on estos, sin duda, tiempos duros y complejos. La excepcionalidad de este presente obliga a nuevas decisiones y nuevas formas de afrontar los problemas y las soluciones. Un tiempo de retos. Sin ir más lejos, ya llega la escenificación presupuestaria de cada año. Se trata de elaborar unos Presupuestos nuevos para 2021 y de consensuar una mayoría parlamentaria que garantice su aprobación. Unos números honestos que aclaren el techo de gasto, la realidad de los ingresos fiscales, la disponibilidad de los fondos europeos y la capacidad de endeudamiento. Y un elemento que puede parecer secundario, pero es importante: la situación de ejecución y de inejecución de los Presupuestos actuales en cada departamento. Ese es el reto político prioritario ahora del Gobierno de Chivite y de los partidos que lo sustentan. Es también su obligación. Navarra necesita unas nuevas Cuentas para 2021 que atiendan como prioridad las urgencias derivadas de la pandemia de la covid-19 y sus consecuencias en todos los ámbitos. Chivite ya ha adelantado su intención de negociar los Presupuestos con EH Bildu, que ya avaló la aprobación de los de este 2020, y de intentar extender el acuerdo a Navarra Suma. A estas alturas ya ha habido contactos para valorar el alcance de esa voluntad negociadora expresada con palabras. Tengo la impresión que I-E y, sobre todo, EH Bildu mantienen la misma disposición al pacto que el otoño pasado. Quizá incluso con una actitud más colaborativa ante las necesidades y peligros que se derivan de la situación sanitaria, social, laboral y económica. Son tiempos que también exigen un plus de responsabilidad política mayor que el que se puede reclamar en la normalidad política. Si las medidas presupuestarias para 2021 ya no pueden ser las que hubiera necesitado Navarra con una situación financiera y presupuestaria saneada tras la Legislatura de 2015-2019 y una situación económica y de empleo en recuperación, tampoco la actitud política de los partidos se puede mantener en los viejos esquemas de una oposición de acoso y derribo permanente. Tiempo de minorizar las tensiones más que de azuzar la bronca y la descalificación. Y no tengo tan claro que ése sea el camino por el que vaya a optar Navarra Suma. Esparza, más tranquilo tras imponerse en el congreso de UPN y haber laminado a sus adversarios internos de los órganos de dirección del partido parece dispuesto al diálogo sobre los Presupuestos. Pero es fácil intuir que esa es la única vía de presentarse ahora ante la opinión pública navarra y de atender los requerimientos que en ese mismo sentido le han podido hacer desde poderes fácticos del ámbito económico y empresarial. Porque la oposición del no a todo tiene un alto coste social hoy Y ello, aunque la estrategia final vaya a ser nuevamente el rechazo a los Presupuestos de un Gobierno al que Navarra Suma no cesa de atacar una semana tras otra. Si ése es el camino que ha diseñado para estos meses Esparza, es el mismo inútil camino por el que transita Casado en Madrid en su estrategia contra los Presupuestos de Sánchez. Tampoco Esparza va a tumbar el Gobierno de coalición de Chivite ni va a impedir que Navarra tenga Presupuestos para afrontar la crisis y excepcionalidad en 2021. Si Esparza opta por compartir el mismo camino que Casado compartirá también el destino al final del mismo con el líder del PP. Y no parece políticamente muy halagueño.