ay estos días una búsqueda incesante de respuestas a una pregunta cambiante y compleja. ¿Por qué está Navarra en la situación que está respecto a la covid-19? Los expertos han hablado y han explicado los datos, poniendo en relación unos indicadores con otros e insistiendo en que no hay una única razón sino el cruce de varias de ellas. Pero lo cierto es que el virus se ha cebado con esta tierra y, aunque es verdad que se rastrea y se hacen muchos test, los nuevos casos no dejan de salir. Se cuentan ya muy por encima de lo deseable en una curva cada vez más peligrosa. Y no solo peligro por las consecuencias sanitarias, sociales y económicas que pueden llegar si se agrava la situación, sino sobre todo por las repercusiones directas en la salud de todos y todas, los que padecen el coronavirus y los que no. Hoy es el día de la salud mental, pronto será el del cáncer de mama y el de otras muchas enfermedades. Dolencias que hay que atender desde el sistema público de salud y que exigen un doble canal de asistencia entre covid y no covid. Porque con cada contagio no es solo lo que puede pasar de manera directa, es lo que puede acabar ocurriendo indirectamente. Y nos seguimos contagiando, demasiado, sobre todo en espacios cerrados, el bar o una casa, donde nos juntamos unos con otras para esa extendida afición de tomar algo. Quizás no es tiempo de tomar nada y posponer los encuentros por unos días. Sin esperar a que nos lo impongan. Porque un contagio no es solo una PCR o el aislamiento de tu entorno y los posibles contagios, es el bloqueo al que se puede llevar a un sistema de salud ya cansado de surfear en esta segunda ola que nunca ha estado en calma.