o deja de ser curioso que en fechas circundantes al 20-N grupos organizados de militares nostálgicos salgan a la palestra para intentar pregonar las bonanzas de los golpes de timón al estilo 23-F. El chat de Whatsapp de altos mandos retirados del Ejército en el que se vertieron amenazas de muerte y se ponía en cuestión la democracia es buena prueba de ello. Incluso en el grupo se llegó a hablar meses atrás de la posibilidad de realizar "un pronunciamiento militar" que finalmente descartaron al encontrarlo inviable. Este centenar de exmilitares franquistas defensores de la dictadura hacen suyo sin disimulo el argumentario ultraderechista de Vox e incluso alguno apela a los fusilamientos masivos como fórmula de resolución de los contenciosos políticos. Esta postura vergonzante de gente que no está en sus cabales, pero que puede ser peligrosa por su acceso a la cadena de mando militar, tiene el agravante de la cobardía que supone que los sediciosos se pronuncian políticamente tras pasar al retiro sin arriesgar así el empleo y sueldo. La justicia debe actuar con rapidez y firmeza para que estos energúmenos que apostaban por desviar vuelos con armamento real de las Bardenas a la sede de Asamblea Nacional de Cataluña reciban un castigo ejemplar que evite la tentación de nuevos alzamientos. Aunque sean por chat.