Un proyecto del artista local Oskar Alegria ha recibido este sábado un botellazo como los barcos para iniciar su andadura. La columna del aire de Artazu consiste en una gran torre de piedra de mampostería local y nace de las piedras de un establo en ruinas. Como ha explicado el propio artista en la inauguración, “todo viene de un proyecto de reforma en un establo donde decidimos no tirar una columna que siempre ha sido el centro y alma de las casas de este pueblo. Así que decidimos trasladarla al campo y darle una importancia que aún mayor, porque a partir de ahora será la columna que sostenga nuestro paisaje”.
En el proyecto han participado los vecinos del pueblo y se ha afianzado el auzolan, como se hacía antaño. Hasta ser fieles al otamen o almuerzo que la vecina Uxue Prieto se ofreció a llevar hasta el lugar del trabajo en pleno campo.
Dos vecinos de Oteiza, Isidro Castellano y Gurutz Iguzkiza, han sido los artífices de ir elevando las líneas de la columna. Expertos en muro seco y grandes recuperadores del patrimonio de su pueblo, según ha destacado Alegría, “han sido como dos ángeles que han caído en esta aventura que no tiene una explicación muy cerrada”.
"Ante todo un poema"
Para el promotor de la idea, “el enigma sigue siendo un motor importante para el ser humano. Y la belleza. Y esta columna es ante todo un poema. Al trasladarse de una casa del pueblo al centro del paisaje cumple ya un gesto tan importante como misterioso. Es la columna del aire y eso la cierra en sí misma”. Seis días han necesitado los vecinos para alzarla en un campo de cultivo propiedad de Jesús Alegría, padre del artista y enamorado de su pueblo Artazu y de sus palabras. Él ha sido el encargado de estrellar la botella en la proa del monumento: “La columna con sus grietas de muro seco será refugio de sagundiles y gardatxos, que es como llamamos aquí a las lagartijas y los lagartos. Y hay un kalforro o cernícalo que ya la usa como posadero para cazar y comer. Ya tiene vida”.
La columna del aire se cubrirá de trigo en su base en breve y no podrá visitarse hasta que llegue la cosecha próxima. “Como ocurría con el Monte Saint Michel y otras maravillas que solo con marea baja se podían visitar y ver”, ha dicho el artista navarro, que ha destacado cómo el pueblo se ha volcado y desde el Ayuntamiento se ha recibido todo el apoyo necesario. “Ha sido una maravilla ver bajar a vecinos y vecinas de todas las edades cada uno con una piedra. En euskera hemos hecho realidad ese bonito lema que dice Harri bat Herri bat”.
El acordeonista Serafin Zalba ha puesto además la nota de color musical. Encaramado a la torre de casi cinco metros para convocar a la gente con un pasacalles y despedir la fiesta con un vals “agarrao” que el pueblo ha bailado sobre la paja. La idea es celebrar un evento al año que tenga que ver con las alturas, y la columna será la base y escenario para ello. Para Oskar Alegria lo más destacable del proceso es haber descubierto en la andadura un motivo importante para tanto esfuerzo: “Sin saberlo hemos creado entre todos un reloj de sol, al ver la sombra que proyecta y va circulando al pie de la torre. Ahí está el poema. Un reloj de sol precisamente para detener el tiempo”.