Aunque estudió peluquería y después estuvo en una empresa de construcción, Alba Bolea, de 37 años, y el emprendimiento, llevan años de la mano. Y es que, después de montar una tienda de ropa en Peralta y compaginarlo con un máster de Interiorismo, en marzo de 2023 se lanzó a por todas e hizo de su pasión, su profesión. Así nació Abracadabra Eventos.
De acuerdo con Alba, “este es un trabajo que en España no está todavía muy afianzado. En Latinoamérica la gente se hipoteca para poder celebrar una fiesta en condiciones, y aquí es algo impensable”. En su caso, y en función de la demanda de la clientela, hace desde un pequeño desayuno con globos, hasta una fiesta completa.
El primer año, explica, “tuve una muy buena acogida; empecé en la escuela infantil de Marcilla con alguna decoración, también me llamaron de la Asociación de Mujeres y, al poco tiempo, hice una Comunión. Aunque me coincidió con una boda lo cogí porque si he elegido este trabajo, tengo que estar ahí”. De hecho, al año siguiente preparó unas 40 Comuniones y, este 2025, han sido cerca de 50.
Normalizar el negocio
“El emprendimiento en este trabajo en concreto no es fácil, porque no es algo que esté normalizado ni incluso te diría, valorado; no se ve lo que hay detrás. Es cierto que en mi caso nadie se sorprendió porque era algo que siempre me había gustado. Y es que, por mucho menos dinero del que nos creemos se pueden hacer pequeños detalles o decoraciones. Yo estoy dispuesta a que la gente venga, me pregunte y pida presupuesto porque lo que quiero es que esto se vea poco a poco como algo normal”. Además, en este caso, y al no tener un local físico, también cuesta más porque “parece que, si abres una puerta, es que estás; pero eso implica un alquiler y ahora mismo no es viable”.
Además de la formación “también influye mucho el gusto personal y estar al loro de las tendencias; las gamas de colores, la estética, la armonía… Para este trabajo creo que hay que ser perfeccionista y tener ese punto de creatividad, así como paciencia y el gusto por lo manual. Además, en mi caso y tratándose de la conciliación, dormir poco, porque prácticamente trabajo de noches”.
Para el nombre, “quería algo que no fuese muy ñoño ni poner Alba tal cual, pero sí que me gustaba ese punto de magia. Mi hijo, que tenía 2 años, estaba todo el día con el Bibidi Babidi Bu y el Abracadabra; como este segundo me pareció más fácil, lo utilicé y diseñé el logo”. De hecho, algunos de sus trabajos los cuelga en Instagram (Abracadabra_Eventos_Alba).
Esta marcillesa asegura estar “muy satisfecha” con el camino que ha elegido y, aunque ahora no tiene en mente abrir nuevas vías de negocio, “siempre estoy dispuesta porque, aunque soy muy indecisa, al mismo tiempo soy echada para adelante a la hora de intentar hacer las cosas”.
Los ejes
En Abracadabra lo que más pide la gente son lo que se llaman bouquet, un montaje de globos generalmente con el número de los años que se cumplen. “Es una pequeña decoración; te la puedes llevar y no sube mucho de precio; algo muy básico por poco dinero”. Después ya sube el nivel con los globos con helio y luego están los arcos tradicionales, arcos orgánicos o paneles. Además, en las Comuniones, hace desde rincones de bienvenida y de agradecimiento, hasta los detalles para los invitados, cajitas de chucherías individuales, centros de mesa con globos y mesas de dulces, que siempre son personalizadas al 100 por 100. También están los rincones de glitter y la cámara 360 que adquirió recientemente y que tiene mucho éxito.
En las ceremonias, recalca, se crea todo desde cero; hace un logo, pruebas, bocetos y toda la personalización y papelería van en armonía. Además, al día siguiente suele ir a recoger el material reutilizable, aunque, si es lejos, utiliza atrezzo desechable. “Es importante trabajar con buenos materiales; la calidad y la duración del globo, así como lo que contamina, no tiene nada que ver. En mi caso, además, intento que sean cosas biodegradables y, cuando está en mi mano, las recupero para reciclarlas”.
Expectativas
En cuanto al futuro, espera que la gente se conciencie y le conozcan: “Para mí es igual de importante quien me llama y me dice que solo se quiere gastar 20 euros, como quien me pide un gran presupuesto. De hecho, casi le doy más importancia a los pequeños detalles porque es como que van entrando y normalizando este negocio”.
Para ella, lo más satisfactorio es cuando termina un montaje “y a mí me gusta, porque no siempre es así. Eso me da mucha satisfacción, pero ya el sumun en cuando me escribe el cliente y me dice que le ha gustado, y que la gente ha preguntado”. Y, aunque a nivel laboral no considera que haya nada ingrato más allá de los momentos de tensión sobre todo por falta de organización o nerviosismo, sí que, como crítica, señala a “aquellas personas que hacen las cosas mal, no a nivel del resultado del trabajo, sino a quienes sacan un rendimiento económico sin tenerlo todo en regla. Es algo que duele y da rabia porque al final en este trabajo no todos los meses te da para pagar tu cuota de autónomos”.
Para terminar, destaca la ayuda de su madre, Inés González, y de su marido, Sergio Méndez “porque me acompañan a muchos montajes; es una ayuda física, real y moral”, así como la comprensión de sus hijos, Chloe y Leo “porque, sobre todo en mayo, son los que se privan mucho de madre. De una forma u otra esas cuatro personas son las que están y las que lo sufren”.