avarra vacunará contra el coronavirus a 6.000 personas cada semana y ya han recibido el tratamiento más de 2.500 residentes y personal de centros sociosanitarios. Cifras que señalan el nuevo enorme reto que ofrece la pandemia: un proceso de vacunación masiva de la población con el objetivo de alcanzar la inmunidad de grupo. La euforia que ha desatado la llegada de las primeras vacunas debe convertirse ahora en un procedimiento eficaz. Pero pese a que todo indica que está bien planificada la distribución de estas primeras vacunas -en Navarra al menos parece estarlo, aunque hay comunidades con índices superiores de vacunación-, ya han surgido las primeras dudas y contradicciones en los responsables de la logística y estas se han trasladado a la población una vez más. El objetivo sanitario debe ser su expansión generalizada en los próximos meses y para ello es imprescindible contar no sólo con vacunas, sino sobre todo con recursos humanos para administrar las dosis. No parece, más allá de las complejidades logísticas de suministro y transporte y la disponibilidad de vacunas, que para una sanidad pública avanzada de la calidad y el nivel de Osasunbidea sea un contratiempo difícil de abordar el tratamiento masivo de la sociedad navarra. Será importante, en todo caso, una comunicación eficaz a la población para evitar más malentendidos y nuevas incertidumbres. Será un proceso de meses, aunque es previsible que la aprobación sanitaria de nuevas vacunas en las próximas semanas y meses facilite su desarrollo. Por eso, es importante también abordarlo desde la máxima transparencia y con todo la información, porque ambos factores serán la garantía de que la vacuna conlleva también un mapa de trazabilidad de la población que avanza hacia la inmunidad. La fase de vacunación que se ha puesto en marcha es público y gratuito y se ha diseñado con criterios de justicia y solidaridad comenzando por las personas más vulnerables. Y si la sanidad privada puede tener acceso por su propias vías a dosis de las vacunas para sus asegurados o para inyectarlas a quien las quiera pagar al margen de la sanidad pública, esa información debe estar igualmente controlada. La trazabilidad de la vacunación, como la de los test y los contactos para detener la expansión de la covid-19, es un elemento clave para avanzar en la inmunidad. La rapidez es otro reto. Sin olvidar a la población que tiene reticencias o rechaza vacunarse. El derecho a la vacuna es individual y no puede vetarse a nadie y el objetivo de la máxima inmunidad es objetivo colectivo de bienestar que nos implica a todas y todos como comunidad. Es todo ese volumen de información -respetando los derechos individuales, pero reafirmando que los derechos conllevan deberes- lo que garantiza la eficacia y rapidez de esta compleja transformación.