l menos por mi experiencia personal familiar, creo que el proceso de vacunación en Navarra funciona bien. Los sectores profesionales prioritarios y la selección de las personas mayores por encima de 80 y 90 años está cumpliendo los objetivos iniciales y el ritmo de suministro de las dosis se ha incrementado en las dos últimas semanas un 42,8%. No sé si se cumplirá la previsión inicial de llegar al 70% de la población vacunada en verano. Es posible que no. Como tampoco tengo claro de dónde partió la idea de señalar ese ambicioso objetivo ni con qué pretensión. Supongo que fue una ocurrencia más de las que se destinan a calmar los ánimos de una población desgastada después de un año de pandemia y que como todas las ocurrencias políticas acaban derivando en lo contrario de lo que pretendían. Pero más allá de ello, los efectos de la vacunación ya se dejan notar en residencias de personas mayores y profesionales sanitarios y junto las actuales restricciones y a las medidas de precaución han logrado detener la expansión de la covid-19 y controlar su incidencia sanitaria. Navarra está demostrando contar con un servicio sanitario público de alta calidad y nivel y si contara con el suministro necesario de viales estaría capacitada para acelerar aún más la vacunación de la población para cumplir ese objetivo del 70%. El reportaje de Jon Viedma publicado el lunes en DIARIO DE NOTICIAS sobre el trabajo de dos enfermeras desplazadas con las vacunas y los trajes EPI a cuestas para vacunar a grandes dependientes y a personas mayores es otro excelente ejemplo de ese esfuerzo profesional convertido en periodismo constructivo y útil con historias humanas reales de esta pandemia. Pero es evidente que la llegada de las vacunas aún está sometida a parámetros externos políticos y económicos fuera del control de Osasunbidea y del Gobierno de Navarra. Esa es la realidad que condiciona todo el proceso y que ni las sumas, restas, multiplicaciones, divisiones o cualquiera otra operación matemática o cálculo estadístico que se hagan para buscar argumentos que puedan cuestionar los ritmos de vacunación y el diseño de la programación pueden ocultar. Utilizar datos forzados para armar discursos y polémicas políticas a costa de un elemento tan serio y fundamental para superar el coronavirus como la vacunación solo puede derivar en conclusiones equivocadas o simplemente malintencionadas. Navarra mejora sus datos epidemiológicos, pero mantener el cierre perimetral y el toque de queda en Semana Santa parecen medidas imprescindibles. Y quizá, solo quizá, su vigencia se pueda compaginar con la flexibilización de otras restricciones actuales -como ampliar una hora el cierre de la hostelería-, que puedan aliviar la necesidad de convivencia social sin poner en riesgo una nueva ola en primavera. La última palabra solo puede ser de los expertos de Osasunbidea.