n menos de quince minutos conté unas treinta autocaravanas y furgonetas acondicionadas para el ocio. No era ni muy temprano ni hora punta, pero entre el relajado tráfico del Viernes Santo, ahí donde se cruzan la autovía del Pirineo y la autopista, la circulación traía y llevaba esos vehículos convertidos por la pandemia en la mejor y más cómoda alternativa para disfrutar del tiempo libre, concepto limitado en sus dos extremos en este periodo de nueva normalidad. La gente no huye de la urbe en busca de la naturaleza: escapa de su casa, aunque lleve otra a cuestas. Sin embargo, la búsqueda de recreo en espacios abiertos de campo y montaña provoca también alteraciones. Como advertía días atrás el sindicato EHNE: "El monte no es solo una zona de esparcimiento: hay una gestión de campos verdes y atractivos, familias y animales que dependen de ellos". En resumen: mira dónde pisas y evita los daños en el medio ambiente y propiedades privadas. Contrastan estos avisos con el anuncio de la caída histórica de los gases de efecto invernadero, en el que han jugado un papel importante las restricciones a la movilidad. Disfrutemos pues de la naturaleza con responsabilidad si no queremos ver trasladados los controles en las carreteras a las zonas rurales y de montaña.