olvemos a recuperar la agenda. Las citas, los eventos, los encuentros... Los días se llenan, no solo pasan, la vida va recuperando su sentido, le quitamos tiempo al virus, que ya nos está ocupando demasiado y se lo ganamos a nosotras mismas, a pensar en lo que hacíamos antes de todo esto, en lo que nos daba vida y nos la tiene que seguir dando. Volvemos a hacer planes, grandes o pequeños, pero planes al fin y al cabo, que nos ilusionan, nos llenan y nos mueven. Movernos es una necesidad después de tantos meses parados y para ello no hay que irse lejos. Se aventura un verano cultural y eso es bueno, lo es para el sector, tras duros meses en los que muchos profesionales apenas han logrado mantenerse, y lo es para los espectadores que volverán a los recintos y espacios culturales. Salud y cultura van de nuevo de la mano como han ido en todos estos meses. Adaptando los eventos a las diferentes normativas pero también suministrando esa medicina necesaria para el día a día en forma de nuevos proyectos de música, teatro, literatura, cine... Por eso este verano es más importante que nunca conseguir llevar la cultura a todos los rincones de Navarra, acabar con la discriminación territorial que supone no tener acceso a las propuestas culturales por vivir a muchos kilómetros de donde se celebran. Los pueblos, y no solo en verano, son el mejor escenario para una propuesta de cultura local y segura.