reo que vivimos tiempos hiperbólicos. Que una decisión que altera nuestras rutinas la acabamos sobredimensionando y convertimos en un problema algo que requiere solo de un tiempo de maduración y de adaptación por parte de cada uno. Yo ya estoy un poco cansado de escuchar que gran culpa de estas exageraciones la tenemos los periodistas. Y quizá tienen razón... El caso es que un hecho como la flexibilización en el uso de la mascarilla, el inicio de lo que será una retirada progresiva, da lugar a informaciones sobre el síndrome de la cara descubierta o también síndrome de la cara vacía. Un síndrome más a fin de cuentas que engordan con su opinión psicólogos, terapeutas, expertos en salud mental y todos aquellos que adaptan la misma ecuación a diferentes circunstancias. La ecuación es: te quitas la mascarilla, eso te puede generar angustia o miedo y como resultado final, padeces inseguridad. Vaya, es lo mismo que nos pasa a muchos cuando se acaban las vacaciones y hay que volver a trabajar; o cuando te subes a un avión; o cuando debes hablar en público; o cuando haces cola en la pescadería y ves que se agota el atún para embotar... Ayer, por la calle, había gentes con mascarilla (las más) y sin ella. No hay noticias por episodios de ansiedad ni de unos ni de otros. Ese síndrome, como el covid, está fabricado en un laboratorio.