erás cómo sale alguien y acaba denunciando un mensaje obsceno oculto o quejándose de una imagen que exalta al machismo. Hay gente con mucho tiempo para no hacer nada y con un auditorio inmenso en las redes sociales. Hablo del anuncio de la Escuela de Idiomas que publicamos en la última página. De ese beso apasionado que parece rescatado del cine en blanco y negro, pero que no es el reclamo de un certamen de películas clásicas sino el lazo para enganchar a quienes en más de una ocasión han pensado aprender otras hablas y no se han decidido a dar un paso adelante. Porque a lo que incita ese faldón a pie de página en el que una mujer y un hombre sellan sus labios sin rastro aparente de un beso húmedo -hay mucha técnica en la pose de esa foto- es precisamente a manejar la lengua “que no hemos podido usar durante meses”. Me gusta ese alegato que parece inducir también a recuperar los besos que no hemos dado, a esperar esa escena final de esta interminable película con secuelas en forma de ola pandémica en la que desaparecerán las mascarillas, a poder hablar por fin cara a cara sin filtros, a soltarnos la lengua, vaya. Y me gusta ese guiño multiétnico que implica a lenguas de chinas, de vascos, de alemanas... O eso me ha parecido interpretar a mi. Verás.