isfrutar del color del otoño después de ver el encierro es algo que no se había podido hacer hasta ahora, al menos por aquí, porque nunca había habido encierros en octubre, ni Olentzeros en verano, que quién sabe si alguna vez los veremos a este paso. Hay cosas que no pegan. Como ir de blanco y rojo con abrigo, guantes y gorro en estos días ya de fríos amaneceres y extraños encierros en Tafalla, por muchas ganas que le pongan los corredores y aficionados. Poderse se puede, como de hecho se ha podido, pero no encaja. Es como si todo estuviera fuera de sitio en este tiempo de pandemia o post pandemia. Cuesta recolocarse, pero hay que ir haciéndolo. No queda otra. Muchas cosas no van a ser como eran y toca aceptar el cambio. Hay tantas ganas de vivir intensamente que asusta un poco cómo gestionar esa euforia. No creo que se trate de recuperar el tiempo perdido, esa es una carrera inútil en la que nunca se gana, o si algo se gana es frustración, sino más bien de plantearnos cómo ir viviendo este nuevo presente de la manera más realista posible, cómo salir de esta crisis sanitaria y social siendo realmente un poco mejores, más empáticos, mas solidarios. Disfrutar sí, de la suerte que tenemos de poder seguir haciéndolo, pero sin olvidarnos del resto.