Nuestros vecinos del norte de Europa se están poniendo nerviosos. Una impaciencia que roza la desesperación. Tan previsores y racionales ellos ya se están imaginando un duro y frío invierno como consecuencia de la guerra en Ucrania que les puede llevar a pasar estrecheces y a condicionar su actividad económica. Por eso donde dije digo, digo Diego y ahora sí se afanan en intentar recuperar las conexiones gasísticas con el sur – fundamentalmente de España, que tiene dos tercios la capacidad regasificadora de la UE – a través de Francia – por cierto potencia exportadora de energía que vería afectada su posición estratégica y ahora mira para otro lado – y acelerar un gasoducto que les llene sus depósitos y evite su colapso. Las recientes dudas sobre la isla energética de la Península han pasado a segundo plano. Siempre mirándose el ombligo, en el norte busca consensos políticos con el sur pero no se acuerdan de cuando miraban para otro lado durante la crisis financiera de hace una década. O de su postura sobre los Balcanes, donde también una cruenta guerra en los confines de la moderna y civilizada Europa. Pero claro, allí no se veía afectado el suministro energético del rico y todopoderoso norte. El norte es el que ordena, pero el sur también existe.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
