no podemos negar que a los periodistas nos vienen bien las serpientes de verano. Esas noticias de poca monta que sirven para llenar unos días el periódico e incluso entretener a los lectores. Por eso, la airada reacción de Javier Esparza este 15 de agosto, al conocer que el PP tiene la firme intención de concurrir con sus siglas a las próximas elecciones forales, nos alegró la tarde del puente festivo, pese a que el tema, lejos de ser una serpiente veraniega, no pasa de culebrilla. En el fondo, más allá de sacar a la superficie la debilidad y el nerviosismo que atenazan al presidente de UPN, el anuncio del hombre de confianza de Feijóo es de una lógica aplastante. Lo que deja claro Miguel Tellado es que el PP no va a tragarse ahora el humillante sapo de 2019, cuando UPN y Ciudadanos sellaron Navarra Suma antes de invitar a los populares a incorporarse al proyecto como segundo plato. Bien sabe Esparza que esta coalición, tal y como fue diseñada en su momento, está liquidada y tiene fecha de caducidad, de ahí que acusar al PP de finiquitarla tiene nula relevancia. Su cabreo seguramente obedece a que lo que le está anticipando el PP es que si le quiere como acompañante de viaje, tendrá que ser con un reparto de papeles mucho más ponderado, donde se recoja el peso político que cada uno cree tener y por ahí puede venir el lío. Quien ya no pinta nada es Ciudadanos, que solo puede aportar la incorporación de Pérez-Nievas a UPN. Se convertiría en el Toni Cantó foral, pero añadiría materia gris a la formación regionalista, que no está muy sobrada de ella. Por lo demás, nada nuevo bajo el sol.