Parece ser que todavía no se podrá viajar a Marte de forma segura. Aún no estamos preparados tecnológicamente. Y casi que nos alegramos del fracaso la misión Starship, el cohete más grande jamás construido que hizo explosión ayer minutos después de despegar en Texas. No vaya a ser que después esquilmar nuestro planeta terminemos por arrasar otros. Primero montamos viajecitos para turistas millonarios y luego transportamos sistemas que succionen otros recursos... Los planes de la compañía SpaceX de colonizar Marte no avanzan pero tampoco se detienen. “Hemos aprendido mucho para el próximo test que será en unos meses”, advirtió ayer el magnate norteamericano Elon Musk que acaba de lanzar su propia empresa de inteligencia artificial para competir contra OpenAI. Quizás este accidente sea una señal del destino que nos está diciendo que frenemos, que ya nos vale de ambiciones absurdas. ¿No será momento de desaprender, de frenar la carrera desaforada por el desarrollo tecnológico y pararnos a pensar de manera global en los problemas que tenemos dentro del planeta como el cambio climático, el hambre o las enfermedades? La información ya no es poder, ahora que todos tenemos acceso a multitud de pantallas, la información compartida es la que nos tiene que hacer fuertes. Ahí deben estar los esfuerzos de los gobiernos y sociedades realmente avanzadas para no terminar dirigidos por los intereses de las grandes empresas tecnológicas. ¿Para qué robots multitareas si no tenemos alimentos suficientes? ¿Para qué viajar a otros planetas si los mosquitos nos traerán la malaria?