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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Competencia en ferrocarril

Competencia en ferrocarrilJavier Bergasa

Los incidentes en la red ferroviaria del Estado se suceden semana a semana. Trenes varados en mitad de ningún lugar, pasajeros atrapados durante horas en su interior, retrasos agotadores para llegar al punto de destino... Casi siempre las imágenes son tan desoladoras como vergonzantes. Las razones y excusas son tantas como casos se producen en algún punto de cualquiera de los trayectos que recorren el Estado, desde catenarias que se averían, a robos de cableado o problemas técnicos en el funcionamiento de los trenes.

En algunos casos son imprevisibles, pero en otros, la mayoría son consecuencia de la mala calidad actual de la red de conexiones ferroviarias, empezando por el ancho de la vía que más estrecha que la del resto de la red europea, o la más que cuestionable calidad de una parte de los trenes en servicio. Tampoco la privatización progresiva de tramos y conexiones de ferrocarril han contribuido a mejorar la condiciones de este transporte, sino que en muchos casos las han empeorado aún más.

Otra de esas responsabilidades del Estado sometida a los constantes vaivenes de las batallas políticas entre partidos y a la obligatoria imposición de que todas las conexiones tengan que pasar por ese radial que es Madrid como destino del diseño de la red ferroviaria y del resto de infraestructuras de transporte. El domingo un nuevo incidente se produjo en un tren que hacía el trayecto Pamplona-Madrid –cada vez son más frecuentes los incidentes en este viaje y también el que une Iruña con Barcelona–, que quedó parado a la altura de Pueyo por un problema en una catenaria.

Tras más de dos horas recluidos en el interior de los vagones, los 177 pasajeros pudieron ser trasladados a pie y a 40 grados hasta las piscina de Pueyo donde la solidaridad y la ayuda de los vecinos les permitió superar el tiempo de espera con bocadillos, agua, sombra e incluso algunos baños. Fue lo positivo de una tarde dura para esos 177 personas que viajaban en ese tren. Casi siempre sale el lado bueno de los seres humanos cuando surge la necesidad de ser generosos en la ayuda y los vecinos y vecinas de Pueyo lo fueron.

Finalmente, fueron trasladados hasta Olite desde donde reemprendieron el viaje hasta Madrid en otro convoy ferroviario. Navarra no ha sido un territorio bien tratado por la extensión del ferrocarril desde su exclusión de las nuevas conexiones, especialmente su propia salida hacia Europa, en el siglo XIX, pero lo cierto es que la asunción de las competencias ferroviarias no ha formado parte en ningún momento de las demandas de transferencias al Estado.

Quizá debiera ser el momento de negociar la posibilidad de asumir unas competencias que permitieran mejorar las conexiones de cercanías y también la asiduidad de viajes a Madrid o Barcelona o abrir líneas directas con capitales próximas como San Sebastián, Bilbao –llegar a ambas ciudades en tren es hoy una odisea casi imposible–, o Baiona. Sería un avance político y un paso en una mejor atención al transporte por ferrocarril en Navarra.

De momento, seguiremos también varados en la eterna espera a la que lleva sometida Navarra desde hace más de tres décadas largas para mejorar sus trayecto de alta velocidad y que aún tiene pendiente decisiones importantes como la salida hacia la Y vasca o la ubicación de la Estación de Tudela y con la decisión de dejar en Etxabakoitz la Estación de Pamplona cada vez más cuestionada.