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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Por ser libres y ejercer su libertad

Por ser libres y ejercer su libertadJavier Bergasa

La idea era escribir estas letras sobre otra cuestión, una de esas que ocupan este txoko más habitualmente últimamente, pero repasando informaciones del día encontré con que el Parlamento de Navarra expresó su rechazo, una vez más, a uno de los últimos asesinatos machistas. Es una función obligatoria de una institución democrática y comprometida como la Cámara foral, aunque parezca que su repercusión es una simple inercia más o un trámite sin más repercusión. De hecho, tres mujeres han sido asesinadas en los dos últimos días en Málaga, Formentera y Albacete. Suman ya 30 en lo que ha transcurrido de este 2025 y más de 1.320 desde que existe esta estadística oficial del Gobierno central en 2003, aunque otras fuentes elevan muy por encima esa cifra.

Es otro de esos asuntos de primera importancia para la sociedad, o quizá no lo es y por eso sigue sumando víctimas, que sigue incrustado en nuestra vida diaria. El combate contra la violencia machista obliga a una intensa implicación diaria, pero no ofrece visos de encauzarse a corto plazo. Al contrario, al mismo tiempo que se ha extendido la concienciación entre las nuevas generaciones y el aumento de denuncias por violencia y agresiones machistas y sexuales también se han normalizado las actitudes machistas entre los más jóvenes de la mano de las redes sociales, pornografía, etcétera.

Muchas veces se traslada la sensación de que las cifras, los hechos de violencia machista y las vidas, circunstancias y entornos que les acompañan, estas mismas letras incluso, están ya amortizadas en nuestra memoria de cada día. Las medidas puestas en práctica llenan hojas de dossiers, pero no consiguen mermar de una forma contundente el trágico balance de víctimas.

Las estadísticas no invitan al optimismo y pueden decir poco, ya que reducida a simple estadística no refleja la crudeza de una realidad insoportable marcada por la brutalidad, los celos y la posesión por parte de algunos hombres. El 90% de la violencia de género es ejercida contra las mujeres por el mero hecho de serlo, y ser consideradas socialmente seres inferiores y propiedad del macho dominante.

La violencia que se ejerce contra las mujeres, en cualquiera de sus formas, se extiende más allá de la propia víctima y nos afecta al conjunto de la sociedad, que está fracasando en tanto no se cambien los valores sociales y no se eduque desde la familia y desde la escuela para asumir la tolerancia cero con los maltratadores.

Las cifras de las mujeres muertas suman una terrible realidad y también una dura estadística aunque pasen desapercibidas, que nos refleja ante el espejo como sociedad y como civilización que deja mucho que desear todavía en pleno siglo XXI. Cifras que insisten en que nuestra sociedad no ha logrado liberarse de ese clima de violencia global contra las mujeres, el machismo de la maté porque era mía.

Por ello, sigue siendo necesario exigir la máxima eficacia real para los instrumentos legislativos y jurídicos contra ese maltrato que no acaba de soportar la igualdad efectiva entre sexos, que no soporta que las mujeres accedan a cotas de poder económico, social, político, profesional o laboral. En definitiva, que sean libres y ejerzan su libertad.