esta ha sido una nueva oportunidad para que la sociedad se retratara y sobre todo las instituciones que tienen que garantizar y velar por el cumplimiento de la legalidad vigente, tal como ocurre con la Fiscalía. Gran parte de la sociedad comparte la repulsa ante estos dañinos registros, tal como se ha observado en la respuesta ciudadana rotunda ante las agresiones sexistas acaecidas en estos últimos años y en contra de cualquier manifestación de violencia sexista que se pueda producir, tanto en nuestras fiestas, como en cualquier otro ámbito social. Pero lamentablemente, otro sector social ha entrado en el debate minimizando el alto contenido sexista y vejatorio de los mensajes contenidos en las chapas y camisetas, ridiculizando la denuncia de los mismos y argumentando “exageración”, “histeria” o “falta de sentido del humor” de las mujeres. La denuncia, únicamente solicitaba una investigación y actuaciones para garantizar la legalidad vigente y la erradicación de cualquier manifestación de violencia contra las mujeres y de expresión sexista, vejatoria o intimidatoria. No se reclamaban tan solo actuaciones por la vía penal, sino la correspondiente intervención por cualquiera de los procedimientos legalmente establecidos para responder ante las expresiones vejatorias hacia las mujeres. La respuesta institucional ha dejado perpleja a la sociedad.

Amparándose en que las expresiones y manifestaciones vertidas en algunas chapas “son neutras, no tienen género o pueden hacerse por un hombre o por una mujer y en la libertad de expresión como principio fundamental de un Estado democrático y de derecho”, todo vale. No encontramos explicación a que la Fiscalía de Navarra considere sin contenido de género: “Aquí manda mi polla”, “chupa y calla”, “calla y chupa” o “callar y chupar”, “O follamos todos o la puta al río” o el contenido de una camiseta donde se expresa mediante un dibujo gráfico “Yo hombre adoro que una mujer me chupe la polla arrodillada”. Las expresiones imperativas utilizadas en las chapas indican cierto elemento intimidatorio y coercitivo, que no se ha tenido en cuenta. ¿Cómo vamos a superar en esta sociedad la barrera de la discriminación sexual, la sumisión a los designios masculinos, la falta de garantías para ejercer los derechos sexuales que tenemos las mujeres? Estos mensajes son claramente machistas y sostienen e inspiran los comportamientos de violencia sexista y sexual de esos varones que se permiten acosar, babosear, manosear, amedrentar, abusar y violar a una mujer o a una niña a su antojo.

Lo vimos el año pasado cuando los cinco de la manada mostraron sus WhatsApp y sus conversaciones en las redes sociales. Se atrevieron a hacer lo que hicieron porque sienten que una mujer debe estar a su servicio. Merece ser abusada, violada en contra de su voluntad, porque no hay más voluntad que la de ellos mismos. Nunca nadie ha defendido con tanto énfasis la libertad de expresión como nosotras, sobre todo para pedir respeto a nuestra libertad de expresión, que tantas veces es vejada, pisoteada, criticada y puesta en cuestión por la sociedad, por los operadores jurídicos y por algunos hombres.

De hecho, por defender nuestra libertad somos enjuiciadas, en aras de salvaguardar la libertad religiosa antes que nuestra libertad de expresión, nuestra libertad sexual y el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Y hablamos de la acción reivindicativa llevada a cabo en una capilla, la de la Complutense. Ya está bien que tan solo se coarte nuestra libertad de expresión para salir, entrar, disfrutar y decidir sobre nuestro propio cuerpo y no se haga nada para defender nuestros derechos, ni siquiera cuando nosotras reclamamos que se actúe contra las expresiones sexistas de algunos hombres. Somos unas defensoras del derecho a la libertad de expresión y, cómo no de la intervención mínima del derecho penal.

Por eso reclamamos que se cambien las reglas de juego en lugar de dejarlas sin efecto cuando se trata de nosotras. Que se aplique la intervención mínima del derecho penal en todos los casos y para todas las expresiones de la libertad, tanto en el ámbito político, como en el ámbito religioso, como en el ámbito de los derechos humanos y sociales. Basta ya de arremeter siempre contra el 51% de la población.

Si la vía penal les parecía demasiado dura, amparándose en su deber de velar por la legalidad vigente, podrían haber optado por otras vías, la de la defensa de los derechos y libertades públicas, la de la defensa de la dignidad de la mujer, la de la defensa de una sociedad libre de expresiones vejatorias, intimidatorias y humillantes contra las mujeres, a través de la prohibición de la publicidad ilícita o de la protección de los derechos fundamentales.

Podrían haber hecho algo más que seguir permitiendo que se difundan estos mensajes humillantes, intimidatorios y vejatorios contra las mujeres en todas las plazas y puestos de mercado y en todas las fiestas. Quién compra y se pone estas camisetas, quiénes las fabrican, esto no importa.

Manifestar que la sociedad no entiende este tipo de actuaciones, porque cuando el autobús de HazteOír circuló por las distintas ciudades, se reclamaba a gritos actuaciones por parte de la fiscalía y se llevaron a cabo con toda la contundencia del mundo, prohibiendo circular al autobús.

Nosotras reclamamos los mismos derechos, ni más ni menos, nunca imaginé tanta discriminación contra las mujeres. Luego nos preguntamos por qué nos matan, por qué nos violan, por qué nos tocan en contra de nuestra voluntad.

¿A quién le extraña! Hemos tenido conocimiento de que la Fiscalía General del Estado, ha retomado la investigación para determinar cuáles son las actuaciones más adecuadas a emprender contra estas manifestaciones sexistas y violentas que vulneran nuestra libertad sexual. Nosotras seguiremos perseverando y animamos a la ciudadanía a actuar interponiendo denuncias contra las expresiones sexistas, vejatorias y humillantes que se cometan contra las mujeres en cualquiera de nuestras ciudades y en nuestras fiestas o espacios públicos.

Firman este artículo: Nerea Ambustegui César. Visitadora farmacéutica. Mª José Carretero González. Abogada. Concha García Aguaron. Abogada. Ainara Iraizoz Ciarra. Psicóloga. Susana Martínez Novo. Abogada. Concha Pérez Silanes. Educadora. Yolanda Resano Arredondo. Psicóloga. Sara Vicente Collado. Abogada. Representantes de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres en Navarra