el motivo que da origen y su posterior desarrollo al movimiento de las ikastolas es la crisis que el euskera y la cultura vasca viven desde mediados del siglo XX. Grupos de padres y madres de los diferentes territorios de Euskal Herria impulsan desde los años 60 una educación enraizada en la cultura vascohablante, intentando remediar esa crisis no abordada por los sectores públicos. Estas iniciativas encuentran en el cooperativismo la mejor fórmula para constituir las diferentes comunidades educativas.

Desde el comienzo, las ikastolas se caracterizan por una nueva manera de concebir la educación, utilizando el euskara como lengua vehicular, con el plurilingüismo como objetivo y trabajando por y para la cultura vasca, sin olvidar la interculturalidad.

El modelo de las ikastolas, basado en su carácter cooperativo, fomenta la participación integral de las familias y de los profesionales en la gestión de sus centros.

El proyecto educativo de las ikastolas rebasa los límites administrativos y curriculares que marcan los diferentes gobiernos, implementando innovadoras políticas educativas, lingüísticas y culturales marcadas por instituciones como la Unesco.

Las ikastolas, como espacio educativo y social, surgen por oposición al modelo público estatal mediante la fórmula del cooperativismo pragmático, basado en la autogestión para ofrecer un servicio educativo y cultural a las comunidades en las que están insertas.

Las ikastolas deben ser consideradas como una tercera vía en el sistema educativo, entre la educación pública y privada, por su naturaleza no lucrativa y su calificación de utilidad pública, que además fomenta la participación de los integrantes de la sociedad civil.

El carácter social de las ikastolas, más allá de su naturaleza jurídica, se hace evidente en su tarea de servicio orientada a sus usuarios y a la propia sociedad en su conjunto.

Tal y como se desprende de la investigación desarrollada por el sociólogo Marce Masa de la Universidad del País Vasco, las ikastolas son un ejemplo paradigmático de “innovación social” cumpliendo estrictamente con la definición que de este término da la organización Young Foundation por estar creadas por ciertos colectivos pertenecientes a la sociedad civil, que habiendo detectado ciertas necesidades sociales sin cubrir, las promueven.

Las ikastolas se definen como un “movimiento popular”, que comienza su andadura en la clandestinidad, en locales de particulares y con un número muy reducido de alumnos/as, y que logra su expansión mediante la aportación y dedicación común de las familias, el profesorado y personal no docente, y de las más variadas y creativas formas de participación popular como el Nafarroa Oinez... siendo la autogestión su denominador común.

El movimiento cooperativo de las ikastolas, no lucrativo y de interés general, se nutre financieramente en gran medida de la administración, bajo la fórmula de centros concertados. Con la intención de mantener su esencia popular, las ikastolas siempre han tratado de minimizar las aportaciones al capital y las cuotas a pagar por las familias socias, sin que el tema económico haya sido una barrera para acceder a las mismas.

El movimiento de ikastolas es de carácter interregional y desarrolla el principio de cooperación entre cooperativas, materializado a través de la denominada Euskal Herriko Ikastolak, una cooperativa europea de segundo grado.

Unai Del Burgo García, profesor de la UPV, investigador de Economía Social y miembro de Gezki, en su investigación “El movimiento cooperativo de las ikastolas: su revisión conceptual desde la perspectiva de las empresas sociales” concluye que éstas pueden ser consideradas como Cooperativas de Economía Social por cumplir los nueve criterios fijados por la Red EMES. Sirvan como ejemplo para la identificación y delimitación de estos, los siguientes:

1. Las ikastolas son iniciativas impulsadas por grupos de ciudadanos con la intención de cubrir sus necesidades sociales.

2. La cobertura de necesidades se realiza mediante la participación directa en la organización por parte de las personas afectadas por la actividad (alumnado, familias y profesionales).

3. Las ikastolas no basan el poder societario en las aportaciones realizadas al capital, sino por el principio cooperativo de “una persona, un voto”.

4. En las ikastolas se reinvierten los excedentes, si los hubiere, en la propia cooperativa, beneficiando a la sociedad en general y no solo a sus socios/as.

5. En la misión de las ikastolas se explicita su característica de iniciativa social y su función de servicio a la comunidad.

6. Las ikastolas tienen una marcada orientación al mercado y se caracterizan por su constante oferta de nuevos servicios educativos innovadores y sociales.

7. Dada su naturaleza cooperativa se constata un elevado grado de autonomía frente a los poderes públicos u otras organizaciones.

8. Asumen un significativo riesgo económico, marcado por la actual situación de la crisis económica.

9. Se constata un nivel elevado de empleo profesional remunerado, además de una importante implicación de las familias a través del auzolan.

No son momentos fáciles para la participación social; sin embargo, es especialmente importante que los integrantes de las comunidades educativas que conforman las ikastolas (alumnado, familias y profesionales) y también la sociedad sean conscientes de su naturaleza social diferenciada, como tercer espacio educativo entre lo público y privado.

Es vital para las ikastolas seguir fomentando la participación, el auzolan de las personas que participan de su proyecto, mantener vivo el sentido colectivo y solidario como el mejor antídoto para preservar su auténtica identidad y naturaleza, evitando se conviertan en centros de enseñanza de gran calidad, privados y elitistas, eficaces y eficientes, pero sin su genuina dimensión social.

El autor es director de la Federación de Ikastolas de Navarra