leo con pena en los periódicos que el párroco de Huarte ha echado de los locales parroquiales al grupo scout.

En la Biblia leemos que la Iglesia es como un cuerpo y todas las personas integradas en ella somos parte de ese cuerpo, es una pena que algunos se empeñen en creer que todos tenemos que ser la misma célula. ¿No se dan cuenta de que cuando en un cuerpo una misma célula se multiplica demasiado se convierte en cáncer?

Mi camino de conocimiento y encuentro con Jesús y con Dios comenzó en los scout de Huarte. Con 7 u 8 años cantábamos “Alita soy de corazón y a Dios daré mi corazón”, nos reuníamos en una chabola de aperos que tenían las monjas marianistas en el huerto. Aquel primer contacto fue muy corto, eran comienzos de los 70, se produjo una primera escisión del grupo y creo que desapareció. Si alguien sabe más le agradecería que me lo contase.

Unos pocos años más tarde Felipe Goñi, coadjutor de la parroquia, empezó con un grupo de niños y niñas salidos de la rondalla parroquial, yo me incorporé un poco más tarde, creo que fui a mi primer campamento con 10 años, no estoy segura. Teníamos tres monitoras, hacíamos excursiones, íbamos de fin de semana a una casa en Lizarraga, nos reuníamos los sábados en los locales de la parroquia y marchábamos en julio de campamento a Azparren. Felipe estaba todo el campamento, pero los fines de semana venía para celebrar la misa y en las reuniones no tengo recuerdo de verlo.

Llegó una segunda escisión, se marcaron nuestras monitoras, tampoco he sabido nunca la razón, y se hicieron cargo de nosotros los chicos y chicas del grupo mayores (entre 3 y 5 años más que nosotros) y nosotros nos responsabilizamos de los grupos de menos edad.

Nos regíamos por las directrices del escultismo y, aunque nunca fuimos un grupo scout puro, el fundamento de nuestra actividad era la transmisión de la fe por medio del juego y el contacto con la naturaleza. En aquellos años formábamos parte de Euskalerriko Eskautak, federación de grupos Scout Católicos de Euskadi y Navarra, que a su vez estaba integrada en la Federación Española de Grupos de Scout Católicos. De esa época no recuerdo una sola salida de fin de semana, campamento o reunión de la Federación en la que no se celebrase la eucaristía por parte de un consiliario (sacerdote que acompaña al grupo y facilita el camino de descubrimiento de Jesús respetado los ritmos de cada persona). En las reuniones de la federación había muchas broncas ligadas a diferentes planteamientos políticos, eran finales de los 70, pero no se dudaba del carácter religioso de la organización.

El grupo fue creciendo y llegamos a realizar campamentos con más de 100 niños, niñas y adolescentes.

En los años 80 se instalaron en la parroquia las Comunidades Neocatecumenales. Don Javier, el párroco se adhirió enseguida al movimiento y Felipe (coadjutor) algunos años después. A los monitores y monitoras scout se nos invitó a reuniones de catequesis de su movimiento y a un fin de semana para conocer en qué consiste su camino. Algunas personas acudimos y otras no, de las que acudimos, la mayoría entraron a formar parte del grupo Neocatecumenal de la parroquia y sólo dos o tres personas manifestamos que no nos interesaba. Esto provocó una nueva escisión. Nos quedamos un grupo reducido de monitores, todos Neocatecumenales excepto yo, el grupo siguiente en edad al nuestro también se quedó con casi todos los miembros que se habían integrado en ese movimiento. Nos unimos los dos grupos y volvimos a organizar los grupos de monitores y monitoras para los grupos que venían detrás.

Estamos a mitades de los 80 y aparece una legislación que obliga a los grupos de jóvenes a constituirse cómo asociación, aparece un poco después el Consejo de la Juventud de Navarra.

¡Entonces es cuando se constituye Munduko Argia! Necesitamos constituirnos en asociación para poder seguir funcionando como grupo scout, hacer campamentos y solicitar permisos y subvenciones al Gobierno de Navarra. Aquí es cuando se redactan unos estatutos, se hacen elecciones para la junta y la presidencia y nos convertimos en una asociación juvenil con todas las de la ley. Por cierto, yo fui la primera presidenta.

A partir de aquí para mí la permanencia en el grupo se convirtió en una lucha personal por mantener el espíritu del escultismo y en 1990, con 25 años, no aguanté más y me marché.

Sé que siguieron unos años en los que se perdió prácticamente es espíritu scout y el número de niños y niñas que acudía a las actividades era cada vez más pequeño. También sé que ha habido gente que, a pesar de todo, siguió trabajando desde los años 90 y Munduko Argia estaba ahora en muy buen momento, recuperando campamentos multitudinarios y con padres y madres sintiéndose más cerca de la Iglesia gracias a que sus hijos e hijas participan del movimiento scout.

El himno scout dice al final: “Dejarás cada día en tu camino la señal de tu diaria buen acción, para que veamos siempre que en tu marcha hacia Dios, has dejado fiel este mundo que has vivido con amor”.

Como parte de la Iglesia y como persona formada en el movimiento scout pido a los sacerdotes y al obispo que reconsideren su postura y que no nieguen a las actuales y futuras generaciones scout la posibilidad de encontrase con Dios en el camino del escultismo. Que recuerden que Jesús a unas las encontró en la tumba, a otros en el cenáculo y a un par en el camino de Emaús, y seguramente en muchos caminos que no conocemos.