La vida misma es permanente negociación, sobre todo la de cada cual con su coleto. Negociación incluso sobre la lectura de los acuerdos apalabrados. En efecto, cada parte negociadora lee luego a su manera lo acordado y eso hace más necesario acordar también una lectura común.

Algo saben los siquiatras sobre la negociación vitalicia. Pero me pregunto qué sabe de ello ese partido navarro que tiene como presidente de honor a un siquiatra profesionalmente tan encomiable, lo digo sin retranca, como el suyo. Claro que, vista la deriva que está tomando la lectura de la señora Chivite sobre lo negociado, me pregunto también si habrá que darle algo de razón a aquel Sanz temeroso de que las gentes navarras se volvieran locas un día.

Y es que al PSN se le hacen los ojos chiribitas en la esperanza de negociar con la derechona su abstención con vistas a la presidencia del gobierno foral. Chiribitas, por cierto, llamábamos aún donde pasté en mi impubertad y pubertad a esas humildes flores de pétalos blancos en torno a un botón amarillo. Vestigios todavía en el romance de aquellos mis prados, donde hasta dos generaciones antes se había hablado ese idioma ancestral tan venerable que nuestra derechona y nuestra derecha civilizada quisieran conservar en los registros de la arqueología idiomática, viva como mucho en pequeñas reservas humanas idiosincrásicas. Pero al grano: esa mi acepción infantil de la palabra me sugiere a una señora Chivite deshojando una chiribita, sí me quiere, no me quiere? Le ha salido número impar de pétalos en su negociación a la izquierda, sí me quiere, pero ante la necesidad de negociar la abstención de EH Bildu, vade retro Satana, trata de deshojar su chiribita también con la derechona y recurre al concepto de izquierda propia del PSOE, el de la izquierda como derecha civilizada, para salvar la cara de sus promesas electorales, tan cargadas de falsa retórica izquierdista.

Más que justificada ha sido la reacción airada de Geroa Bai por la lectura unilateral de Chivite de lo pactado, aunque aún no he visto, quizás por fallo en mis consultas, ninguna reacción por parte del resto de socios en el preacuerdo programático. La apuesta de Chivite, tan socialista ella, es de un socialismo de inspiración grouchomarxista, “éstos son mis principios ya consensuados a mi izquierda, si no le gustan, señor Esparza, tengo otros”.

Tan descabellada la apuesta, que suena a excusa para justificar su última baza, la que vengo apuntando en éste y otros papeles e idiomas, la de esperar a ver qué hace el jalamandruki Sánchez, a quien ya se le ve venir confiado en su magia para provocar nuevas elecciones generales. En la suya, y en sus cocineros de la bola mágica vía encuestas de menos credibilidad que su propia palabrería.

"No estaría yo tan seguro de que Podemos, en ámbitos estatal y navarro, no fuera a recuperar parte del voto líquido que se les escurrió hacia PSOE y PSN por aquello de la percepción sobre el mal supuesto voto útil para garantizar una política de izquierdas".