ya tenemos un Gobierno de coalición PSOE-Podemos, representa una débil esperanza para el continente europeo, es una excepción dentro de la tendencia mayoritaria hacia gobiernos populistas y conservadores, caso de Hungría de Orban o la Polonia de Kacynski entre otros. Un Gobierno que descansa a su vez en una mayoría parlamentaria muy exigua y a merced de cualquier voto de censura que fuerce a unas nuevas elecciones. Pero a su vez esta debilidad del Gobierno es una oportunidad para que la oposición, principalmente el Partido Popular, pueda alcanzar acuerdos en los temas importantes como las pensiones, la reforma laboral, la configuración territorial del Estado, la política fiscal, etc. Pero el Partido Popular se ha visto condicionado por la existencia de Vox y se ha echado al monte, adoptando algunos planteamientos incluso anticonstitucionales del partido ultraderechista, como el llamado pin parental, por ejemplo en Murcia donde gobiernan los populares. Pablo Casado declaró no hace mucho, con vehemencia "mis hijos son míos y no del Estado y lucharé para que este Gobierno sectario y radical no imponga a los padres como tenemos que educar a nuestros niños. Saquen sus manos de nuestras familias", obviando los valores constitucionales de igualdad, respeto a la diversidad, etc, que todos los ciudadanos independientemente de su opiniones y de su inclinaciones sexuales, afectivas u de otro orden tienen los mismos derechos ante la ley. Hace unos meses, el señor Aznar aconsejaba a Pablo Casado que el Partido Popular tiene que hacer la oposición al Gobierno como si Vox no existiese y relacionarse con Vox como si no existiese el Gobierno; una total incongruencia, a todas luces, del ideólogo de FAES. Pero si el señor Casado repasara la hemeroteca vería que cuando gobernaba su mentor, el señor Aznar con el Partido Popular allá por el año 1996, y estaba necesitado del apoyo del otrora partido de Convergencia i Unió del señor Pujol , no tuvo ningún empacho en suprimir la figura de los gobernadores civiles de rancio abolengo, creados en el siglo diecinueve por la figura de los subdelegados de Gobierno como un gesto conciliador con el nacionalismo catalán, para ganarse su apoyo, nacionalismo que su pupilo ahora demoniza. El tema de Cataluña no se soluciona con la unilateralidad de la proclamación independentista ni tampoco con la vía judicial o represiva del Estado, sino solamente a través del diálogo entre las partes y en las instituciones, sin condiciones previas. Es preferible un gran acuerdo a una victoria como bien dice el filosofo vasco Daniel Innenarity; por tanto más pragmatismo y menos dogmatismo señor Casado; en el contexto actual la mesa de diálogo no vulnera la constitución y puede ser una buena herramienta para buscar una solución consensuada y aceptable para todos.

Tampoco se puede ser intransigente con la reforma laboral del señor Rajoy de 2012, en su día supuso una terapia de choque ante un paro que se disparaba en tiempos de crisis pero no puede ser válida esa misma herramienta en un contexto diferente como en la actualidad de crecimiento económico sostenido. Así lo ha reconocido el mismo Fondo Monetario Internacional, que ha resaltado las consecuencias negativas de la citada reforma laboral como la precariedad y temporalidad laboral sobre todo en los jóvenes y su incidencia negativa por ejemplo en la sostenibilidad de las pensiones.

Por tanto la espantá del pasado martes día 18 de febrero de 2020, tras reunirse con el presidente de Gobierno, señor Pedro Sánchez, al declarar que descarta cualquier pacto con el Gobierno, mientras este no modifique su política en cuanto a Cataluña, reforma laboral ó subida de impuestos, no es sino una excusa para justificar su actitud de no colaborar y desentenderse de todo. Todo ello, según algunos expertos parece formar parte de un guión preconcebido de atraerse a la ultraderecha, el partido Vox, para junto con Ciudadanos cobijar a todas las fuerzas conservadoras bajo sus siglas, una vieja idea "aznarista" aunque ello comporte traspasar ciertas líneas rojas. Hay otros que piensan que la cercanía de los próximos comicios electorales en País Vasco, Galicia y Cataluña es la que condiciona y determina la actividad política de su partido y por ende de la oposición. A usted le pagan para velar por el interés general no solamente por el de su partido. En este país tenemos un 2,55% de vivienda social frente al 30% de Holanda y ello genera una enorme dificultad de acceso de los jóvenes a la vivienda, por ejemplo y ello constituye un problema grave y urgente.

El Gobierno ha movido ficha y ha empezado subiendo salario mínimo a 950 euros y suprimiendo el artículo 52 de la reforma laboral que permitía los empresarios despedir a los trabajados en baja médica, o ha convocado la mesa de diálogo en Cataluña, entre otras medidas de calado frente a los fuegos de artificio de la oposición (visita de la vicepresidenta Venezuela).

En democracia, tan importante es que exista un Gobierno como el que haya una buena oposición sobre cuyas espaldas recaiga, junto con el Ejecutivo, la salud y estabilidad de las instituciones. Reivindicar hoy a la oposición como pieza fundamental del sistema se ha hecho aún más imperativo tras el preocupante ascenso de un partido ultra como Vox, cuyo objetivo no es otro que el de ocupar dicho espacio y minar así el régimen democrático desde dentro. El señor Casado no parece entender que la crítica hiperbólica y la perenne construcción de un imposible paisaje apocalíptico acaba por vaciarse de contenido por inverosímil y reiterativo, mermando notablemente su imagen como otra alternativa real y creíble de gobierno ante la opinión pública.