omo autónomo, integrante de una microempresa de 1 trabajador, en la que me toca ejercer de todo (director general, gerente, director financiero, jefe de producción, trabajador y servicio de limpieza), me veo sorprendido ya no solo por una crisis laboral que empezaba a agudizarse, sino por un parón total de la economía, una incertidumbre generalizada por saber qué final podrá tener todo esto.

Desde las estancias gubernamentales nos mandan mensajes de que nadie va a quedar fuera de las ayudas para remontar esta situación… ¿Ayudas?

Si has cerrado tu comercio, la mutua te abona el 70% de la base de cotización, sí, el 70, tienes los mismos gastos pero te arreglas con menos.

Si sigues trabajando, tienes que demostrar que has sufrido un 75% de descenso en las ventas para poder acceder a la ayuda (en Navarra por suerte han legislado que sea un 30%), pero los gastos, como en la opción anterior, siguen siendo los mismos.

La tercera opción que venden como ayuda, sí, digo venden pues hay que pagarla, es un aval del 80% del capital que solicites para gasto circulante para préstamos ICO al 1,5 a empresas y al 2,5 y 3 al comercio. El Gobierno de España, en ruedas de prensa y en boca del presidente dijo que se ponía a disposición de los autónomos una batería de millones sin precedentes, bueno, pues no, ha puesto Deuda que pagaremos nosotros.

Cada día que pasa compruebo cómo el trabajo en el comercio es residual, recibo llamadas para realizar pedidos diminutos, la gente teletrabaja, no hay consumo de papelería, toner, carpetas … Todos realizamos un consumo diferente al que teníamos antes del 13 de marzo, según pasa el tiempo todo se nos hace más pesado, también nos cansamos de las rutinas y adquirimos otras, mejores, peores, eso luego se verá, lo que sí tengo claro es que tenemos que realizar una reflexión de cómo consumimos y cómo deberemos consumir en el futuro.

Cuando comenzó el confinamiento y recibimos la foto real de la situación en la que estábamos inmersos la sociedad comenzó a demostrar la pasta de la que está hecha, comenzó a unirse para apoyar solidariamente en lo que pudiera, fabricar caretas de protección, realizar compras para vecinos mayores, impedidos, procurando ayudar en todo lo posible, sin olvidar la hora de apoyo a los sanitarios a las 20.00 horas en forma de aplausos, reconociendo la labor que realizan.

Por eso también quisiera que se valorara el trabajo imprescindible e impagable que está realizando el comercio de proximidad, que está redoblando sus esfuerzos, abriendo canales de WhatsApp, facilitando medios de pago, llevando la compra a los domicilios y alargando sus jornadas laborales para poder ayudar.

El comercio de proximidad que da color, alegría, ilusión y vida al vecindario, que ahora vemos apagado, gris, triste e incluso tenebroso debido al confinamiento.

Ese comercio que repercute en riqueza local mediante los impuestos y que genera acciones en beneficio de la ciudadanía a modo de actividades populares, que colabora a modo de patrocinio de actividades culturales, deportivas, recreativas e infantiles.

Ese comercio va a necesitar de la solidaridad de los vecinos para poder reactivarse, para que puedan seguir dando color a las calles.

Por todo ello, y para poder ver un futuro post COVID-19, será necesario cambiar los hábitos actuales de consumo, será imprescindible recuperar la economía circular, implementarla y potenciarla, optimizar los recursos para que la Hacienda Navarra pueda trimestralmente recuperar los máximos impuestos directos posibles, poder disponer de liquidez para pagos de sueldos de trabajadores, ayudas públicas (ayudas a dependientes, sanidad, educación, carreteras…).

Será necesario el apoyo de la sociedad, que interiorice que para salir de esta situación todos debemos ayudar, convencernos de que al comprar en pequeño comercio y comercio local estamos invirtiendo en el futuro de nuestras familias, invirtiendo en mejoras locales, invirtiendo en la mejora social, que nadie quede desprotegido, solo así se podrá lograr.

Si recurrimos al sistema globalizado, previo al 13 de marzo, no tendremos nada de eso, pues los impuestos de las grandes cadenas se seguirán pagando en sus centrales matrices, Madrid, Valencia, Elorrio, Holanda, Luxemburgo, Irlanda… estaremos descapitalizándonos, perdiendo recursos propios y cayendo de nuevo en el error.

Necesitaremos, desde ya, que las instituciones se pongan a trabajar en pedagogía, redirigirnos y educarnos en optimización de recursos, en explicarnos cómo nosotros y sólo nosotros saldremos de ésta, nadie sabe realmente cuándo y cómo acabará esto, lo que sí sabemos es que cuando suceda no tendrá parecido alguno con lo que hemos conocido hasta ahora, debemos estar preparados, dejemos de hablar de San Fermín, fiestas de pueblos, vacaciones, hablemos de lo importante, de cómo saldremos de ésta, y que después de la pandemia no tengamos que seguir contando cadáveres a modo de comercios, empresas y puestos de trabajo perdidos.

El autor es autónomo