hora es el momento porque hay dinero encima de la mesa. Ese es el resumen, o, si me lo permiten, la zanahoria con la que algunos embelesaron a decenas de policías -forales y locales-, amén de algún grupo parlamentario, para lograr eso que se llama la paz social. Estábamos en el año 2018. Dinero a puertas -decían aquellos- para colmar a la bestia. La consejera de Interior de entonces, María José Beaumont, y su equipo lo proclamaban a los cuatro vientos. Había que sacar adelante la Ley de Policías de Navarra, y para ello, cinco millones de euros no venían nada mal.

Ya por aquel entonces algunos decíamos que esas proclamas eran falsas y difícilmente se plasmarían en un aumento retributivo para la gran mayoría del colectivo policial. Pero es que ya en 2017, un año antes, el trabajo realizado por CCOO, ELA y UGT conseguía echar al traste la primera tentativa Beaumont de sacar adelante un proyecto de ley que echaba por tierra muchos de los derechos laborales de los policías y las policías. Un año después, la insistencia de dos sindicatos corporativos de Policía Foral, y algún otro de Policía Local, conseguía que se aprobara la segunda tentativa Beaumont de la mano de una proposición de ley impulsada por Geroa Bai y EH Bildu, y apoyada por UPN. Era noviembre de 2018. La zanahoria empezaba a degustarse por muchos policías. Llegaba el dinero. Nada más y nada menos que cinco millones de euros para hacer de Policía Foral, la referencia en Navarra. El problema es que algunos decíamos entonces que la zanahoria era simplemente eso, una zanahoria difícilmente comestible. No nos equivocábamos.

Recuerdo una performance que se realizó frente a la sede del legislativo. Tres Reyes Magos se plantaban frente al Parlamento para regocijo de unos y asombro de otros. Es curioso lo ilusionante que puede ser esperar la llegada de los de Oriente la noche del 5 de enero. La del 2019 no llegaron. La del 2020 tampoco. Por lo que sabemos, tampoco llegarán la del 2022. ¡Y lo que te rondaré€! Después de tres años, algunos despertarán del letargo al que se les ha sometido y se toparán con la triste realidad. El año que viene los Reyes Magos tampoco pasarán por Beloso Bajo, quizás sí por Beloso Alto. Es lo que tienen las alturas. Los famosos cinco millones de la Beaumont ni estaban en 2018 ni se les espera. Esa es la realidad. Lo dijimos entonces y lo reiteramos ahora. Frente a promesas retributivas falaces e increíbles, nosotros defenderemos condiciones de trabajo dignas.

Recuerdo muchos de los titulares de prensa de 2017 y 2018 a colación de la Ley Beaumont. Dimisiones de mandos policiales por un reglamento que, según denunciaban, iba a hacer ingobernable la Policía Foral. Un reglamento que semanas después se aprobaría bajo las críticas de algunas agrupaciones sindicales y ciertos mandos policiales. Un reglamento que pronto fue recurrido en los juzgados por unos y otros, y que ahora ha sido anulado por un defecto de forma, dejándolo sin efecto. Un reglamento anulado, ingobernable a tenor de lo que recogen las crónicas de la época, que ahora, tras una serie de deliberaciones jurídico-políticas, va a adquirir el rango de ley, previo paso por una caja de más de cuatro millones. Sí, un reglamento que tenía el rango de decreto foral que pasa a ser una nueva ley. Se aprobará previsiblemente el próximo 18 de este mes, así que, al día siguiente, el 19, tendremos una nueva Ley que regulará incomprensiblemente condiciones laborales al margen de la negociación colectiva. Todo un logro. Tendremos ya nuestra Pepa particular.

Resulta curioso el hecho de que lo que iba a ser ingobernable adquiera firmeza de ley, y ahora los que se alarmaban por esto den la callada por respuesta. En buena lógica y coherencia, la nueva ley será igual de ingobernable que el decreto foral. Espero ansioso una nueva representación de uniformados denunciando públicamente esta situación. Vayan preparando sus micrófonos y sus cámaras. El espectáculo va a comenzar. Pero créanme, no será así. Y no lo será porque todo el show que se creó en torno a la actual Ley de Policías de Navarra solamente buscaba una cosa: cambiar todo para que todo siguiera igual. Poderoso caballero es don Dinero, que decía aquél.

Dos años y medio después de la aprobación de la Ley de Policías, nada de nada. Quienes la impulsaron, callados. Quienes dijeron que había dinero y que había que aprovechar el viento del sur, callados. Aquellos periodistas que, cerca del gobierno de entonces empujaban para que se aprobara, callados también. Y mientras tanto, la tropa, siempre disciplinada, siempre predispuesta al trabajo, siempre expectante, siempre demasiado crédula. ¡Viva la Pepa!

Comunicación CCOO Policía Foral

Ya por aquel entonces algunos decíamos que esas proclamas eran falsas y difícilmente se plasmarían en un aumento retributivo para la gran mayoría del colectivo policial

Resulta curioso el hecho de

que lo que iba a ser ingobernable adquiera firmeza de ley, y ahora

los que se alarmaban por esto

den la callada por respuesta