uestra hermana Xaio se quitó la vida durante la madrugada del día 22 de mayo. Sorprendente y doloroso. Muy doloroso. Nosotros la conocíamos bien y siempre había sido una persona muy vital, activa, inquieta, trabajadora, euskaltzale y comprometida socialmente.

Entre sus efectos, hemos encontrado un escrito redactado días antes denunciando su situación y el abandono que sufren las trabajadoras y trabajadores despreciados por un sistema que da prioridad al beneficio frente a las personas. Este es su testimonio y denuncia, y la nuestra: (Iosu Huici)

Ahora que estamos con la declaración de renta recuerdo que todos los años Hacienda publica un listado de morosos de los impuestos, del IRPF. No sabemos de los que no se publican, ni, seguramente, las cifras reales.

Ahí nunca estaré yo, porque mi contribución, en base a mi sueldo, es sustraída por Hacienda automáticamente, pues soy funcionaria de Osasunbidea. Y tampoco estará mi hermana, camarera, ni mi amiga jubilada, ni todas esas personas que tienen un sueldico normal y corriente en una fábrica, en un comercio, en la limpieza de la calle o de las casas y demás.

No. Ahí están las empresas que tienen verdaderos dinerales a costa del trabajo de las demás. Porque si deben tanto es que han ganado taaaanto. Famosas constructoras, entre ellas. Pero, qué casualidad, a esas empresas les dejan en paz, año tras año, sin pagar el IRPF. Y, si te descuidas, hasta les contratan para hacer trabajos de la Administración. Y ese tanto, además, lo han ganado a costa del trabajo de esa gente que cobra lo justito y menos.

Son millones de euros, como los millones que han regalado recientemente a Audenasa. ¿Cuántos centros sanitarios y personal se podrían cubrir con esos millones que no sabemos dónde paran?

Y, mientras, a una funcionaria de los niveles bajos le deniegan la baja médica que se ha ido alargando en el tiempo por culpa, precisamente, de la Administración, de sus pretensiones de llevar a pique a la sanidad pública. Creo que Artundo me entenderá; con su gobierno de aquellos tiempos empezaron los organismos autónomos.

Primero tuve que dar la tabarra para que del centro de salud me mandaran al centro de especialidades. Parece que cierto personal médico tiene la consigna de no dar trabajo a estos centros y pasar de los sufrimientos de sus pacientes. Y no se responsabilizan de lo que pase, por supuesto.

Acabé cambiando de médico porque no me hacía caso. Quizá, si me lo hubiera hecho, ahora no tendría que operarme de la columna.

La siguiente médica sí me mandó con preferencia, pero Osasunbidea no cumplió sus leyes, que quedan muy bien de cara al público pero están de adorno, y para cuando llegué a la especialista era poco antes del virus. Supuestamente por éste, las citas se fueron atrasando y, aunque me enviaron a la privada para ciertos tratamientos, no sirvió de nada. Osasunbidea ya no es lo que era, desde luego. Sus trabajadoras/es serán muy profesionales y una gozada de gente, con sus excepciones, claro, pero el sistema es el que es.

Y entonces apareció la Inspección Médica. Que más bien parece otra clase de inspección, y no voy a decir cuál. Da la sensación de que las especialistas en medicina del trabajo no han hecho el famoso juramento hipocrático. Pasando de las pacientes por muy compañeras de empresa que sean, y, a ser posible, a jorobarles más. “Ya te daremos la baja cuando te ingresen para operar”. Y si te van a hacer una operación de riesgo en la columna será porque quieres, parecen decir. Como si alguien se dejara operar así por gusto, si puede andar y si no tiene dolores horribles. Aceptas la operación cuando no hay más alternativa. Quizá consigan algo de la Administración, si le ahorran unos euricos.

Aunque si les criticas, las responsables de la Función Pública se ven en la necesidad de justificar a la Inspección Médica y te hacen saber que las inspectoras médicas son lo más de lo más, y lo pretenden demostrar con la superconocida, por desgracia, jurisprudencia de la Audiencia Nacional y demás juzgados de la llamada Justicia que, esto sí es bien sabido, está hecha a favor de quien manda y no de quien obedece. Y es vox populi también que la inspección médica no es imparcial. Trabaja para quien le paga, no para las trabajadoras que están enfermas. Ese es el buen hacer que dicen los jueces. Igual ni tienen los conocimientos éticos necesarios para distinguir entre enfermedad y no enfermedad.

Es una lástima que no las utilicen como inspectoras de Hacienda en lugar de inspectoras de bajas médicas, porque si hicieran así su trabajo, igual no había morosos del IRPF. Vamos, que es un desperdicio de habilidad inspectora.

Y, claro, tienen la normativa hecha a medida. Te pueden aplicar la de Navarra o la de Madrid, pero siempre a su favor. Y si la de Navarra es mejor, aplicamos la de Madrid y ajo y agua.

Así que tengo que pagarme yo misma la baja, con un permiso sin sueldo, porque mi empresa, Osasunbidea, no me atiende como debería. ¿Me darían por esto alguna subvención como a los bareros, esos que seguramente también están en la lista que decía al principio? Aunque sea para pagarme las medicinas, que se llevan lo suyo, o el alquiler de una scooter que me hace falta para salir de casa,.... Ya lo dudo. Y mira que le estoy ahorrando dinero a la Dipu.

Bajas aparte, ¿alguien se responsabilizará porque voy a quedarme, según me han dicho en cirugía, peor de lo que hubiera sido si me atienden cuando lo pedí?

¿Qué aprendemos de una cosa y otra?: Quienes realmente están pagando todo son las personas con sueldos normales. Es más fácil quitarles el IRPF, por ejemplo, que a las empresas que deben millones. Y de otros impuestos, como el IVA, el robo del siglo XX, pagan igual que las morosas. Y todo ese dinero que se podría utilizar para mejores servicios públicos, para hacer hospitales, contratar personal sanitario, etcétera, está en manos privadas. Para eso trabajan los gobiernos, al parecer. Para irse cargando los servicios públicos.