a empresa de construcción OHLA ha vendido a la constructora KC Impacta por 25 millones el 65% de Aguas de Navarra, sociedad encargada de construir la ampliación del Canal de Navarra. La nueva propietaria también ha comprado derechos perpetuos sobre el agua en Chile y gestión de residuos en EEUU, apostando en sus estrategias de inversión y con visión empresarial fosilista por el sector medioambiental. Típico ejemplo de adaptación capitalista al final del fosilismo que, en un futuro, puede devenir en ecofascismos todavía inimaginables. El Gobierno de Navarra, que conocía la operación, pretende destinar 600 millones de fondos Next en esta obra. Podría haberla evitado simplemente no apostando en su diseño del plan de recuperación post covid por esta obra pública siempre en entredicho. El negocio para KC, gracias a ese plan diseñado por el Gobierno de María Chivite, es evidente. Para mí el Gobierno de Chivite ha administrado con solvencia la crisis del covid. Y también para mí ésta es, simbólicamente, la peor acción política de su gobierno. Muestra como nada el modelo social que defiende su partido y que moldea sus mentalidades. Ambos, mentes y modelo, caducos.

En los Next Generation el Gobierno considera esta obra esencial para la optimización del uso del agua, su impacto medioambiental, reducción del uso de energía y la generación de oportunidades laborales en el mundo rural. Pero colectivos medioambientalistas presentaron un documento en octubre de 2020 en el que aconsejaban al Gobierno de Navarra no perder dinero en la ampliación del Canal y defender otro proyecto con más posibilidades para el cuidado de este recurso primordial. Según estos colectivos, el canal incide en el mal uso del agua que hacemos:

-Desde los despachos prevén una cantidad de agua, 460 hm3, desde el pantano de Itoiz. Pero este reservorio de agua no recibe tanta, la primera fase ya consume la mayoría de agua. Para poder trasvasar esta cantidad deberían consumirse los caudales medioambientales del Irati y el Aragón y de las reservas de uso urbano. Aumentar el agua de riego no es sostenible, lo es cambiar nuestra cultura social sobre el agua, adaptar cultivos, revisar la industria agrícola. Además, esta ampliación necesita elevación de agua y, por tanto, del uso de combustibles.

-En cuanto a su sostenibilidad económica, el coste de esta segunda fase no está asegurado. Se supone que la mitad la asumirán los usuarios, pero en la primera fase los regantes han devuelto el 8% y los contribuyentes el 92%, porque el déficit de CANASA, sociedad pública que lo construyó y participada al 60% por el Gobierno de España y al 40% por el de Navarra, ha sido asumido con un peaje en la sombra por el que pagamos 30 millones anuales para 30 años. Además, cobrando este peaje hay empresas que también lo construyeron, en un negocio privado redondo, gracias a UPN y PSN. Uno de los responsables de este agujero es quien hoy preside Aguas de Navarra, Francisco Iribarren, vicepresidente económico con el UPN de Sanz. Y quieren incidir en esta sangría pública a favor de grandes empresas privadas a las que interesa, como con el TAV, el beneficio que genera la obra pública, más que su uso y sostenibilidad.

-En cuanto a la generación de oportunidades en el mundo rural, la primera fase ha convertido la explotación tradicional de la huerta en Navarra en un modelo industrial dependiente de los combustibles fósiles, contaminante, con empleos precarios y que frena la incorporación de agricultores jóvenes. Las beneficiarias, multinacionales del sector o corporaciones cooperativas. Las mayores víctimas, la migración africana y del Este.

-También se ha justificado el Canal porque podía aumentar la calidad del agua potable consumida en la Ribera. Pero solo era una manera de dar legitimidad al proyecto. Para tener esa agua de calidad la Ribera solo necesita que se tomen las decisiones al respecto de manera autónoma al canal. El Ferial ya abastece a Arguedas y Valtierra óptimamente y podría abastecer a más comunidades. Y si no, pueden recibirla desde el Moncayo, aunque por culpa del canal no se han cuidado las conducciones y hoy están inutilizadas. Esta legitimación del canal lleva 30 años afectando a las comunidades directamente.

El Gobierno de Navarra en los Next, y así lo reconoce la UPNA, solo atiende al sector primario con el canal, pero porque las empresas constructoras necesitan esos fondos para su beneficio y los partidos las representan. PSN y UPN son lo mismo cuando miran al sector primario. Ambos ven la tierra, el agua y el riego con una actitud fosilista que nos ha traído hasta aquí y que es contraproducente para los cambios que debemos llevar a cabo si queremos garantizar el bienestar en un futuro muy próximo. Ante la crisis sistémica irreversible del capitalismo financiero fosilista, estructuras como esta siguen dirigiendo nuestro dinero según los intereses de sus empresas y no de los nuestros.

En los nuevos tiempos históricos, estos ámbitos donde se cruzan recursos naturales y capitalismo son la trinchera actualizada de la lucha de las clases trabajadoras, que de proletariado fosilista ha pasado a ser hij@s de la Tierra. Pero los partidos progresistas no se dan cuenta, no tienen puesto el foco sobre ellos, por ignorancia, inercias históricas e intereses privados. Tampoco la sociedad es consciente del precio que pagamos y colaboramos con este modelo social con hábitos, irresponsabilidades y sistemas de pensamiento. Estamos dejando pasar hoy oportunidades políticas de transformación que, por una progresión geométrica donde el factor multiplicador es la necesidad de negocio, van a ocasionar graves problemas a las generaciones futuras. Si estas organizaciones electorales no se encarnan en el momento presente con sus retos históricos, nunca van a ser solución. Y solo un agente puede obligarles a cambiar el rumbo de sus organizaciones, otro tipo de sociedad. Pero, ¿cuánta gente es consciente de lo que supone recibir a través del grifo agua de calidad, caliente o fría según nuestros deseos y necesidades, durante todo el día? ¿Cuánta gente valora en todo su sentido trascendente los frutos de la tierra con los que nos alimentamos? ¿Cuánta gente, en Europa, se siente hij@ de la Tierra, con toda la conciencia que eso supone?

Quieren incidir en esta sangría pública a favor de grandes empresas privadas a las que interesa, como con el TAV, el beneficio que genera la obra pública

Tampoco la sociedad es consciente del precio que pagamos y colaboramos con este modelo social con hábitos, irresponsabilidades y sistemas de pensamiento