iendo el Consejo Escolar de Navarra (CEN) el órgano superior de consulta y participación de los sectores sociales afectados en la programación general de la enseñanza no universitaria dentro del ámbito de la Comunidad Foral, y por lo tanto el máximo órgano de participación educativa de la Comunidad Foral de Navarra en el que están representados todos los sectores vinculados al hecho educativo: social, administrativo, territorial y político. Es por lo que se le puede considerar el espacio más adecuado para impulsar un gran pacto social y político por la educación en Navarra.

La Educación es un derecho fundamental. La LODE, aprobada en 1985, universaliza la educación hasta los 16 años. Desde entonces, se han aprobado diferentes leyes reguladoras del sistema educativo: LOGSE, LOCE, LOE, LOMCE y LOMLOE, que han supuesto cambios continuos que han afectado al profesorado, alumnado y familias.

Además, a partir de 1998 se produjo el proceso de transferencias en materia educativa del Estado a las CCAA que no las tenían hasta ese momento; lo que ha supuesto, por una parte, compatibilizar legislación básica del Estado con la propia de las CCAA y, por otro, establecer modelos educativos propios en el legítimo desarrollo competencial. Esta autonomía ha propiciado un liderazgo para llevar a cabo una política educativa más cercana al ciudadano, de acuerdo con las características y singularidades sociales, económicas y territoriales de cada comunidad autónoma.

Sin embargo, aun siendo la educación un derecho fundamental los diferentes gobiernos, del Estado y autonómicos, han sustanciado de forma diferente dicho derecho, propiciando sistemas y modelos educativos con distintos enfoques, prioridades y singularidades, rompiendo con la continuidad del modelo con las alternancias en el Gobierno. Sin renunciar al legítimo liderazgo competencial, es necesario llegar a acuerdos y consensos que garanticen una adecuada estabilidad del sistema educativo.

Asimismo, la actual crisis ha evidenciado la fragilidad del derecho a la educación. Anteriormente los recortes presupuestarios abrieron la brecha social y territorial que considerábamos cerrada, al menos en materia educativa. En este sentido, la disminución en la inversión en educación, sustanciada en los presupuestos del Estado y de la Comunidad Foral de Navarra llevaron a una carencia en infraestructuras educativas, a un empeoramiento en las condiciones laborales del profesorado, a una precarización en el empleo, a la desaparición de medidas de cohesión social, a la desprotección de la escuela rural, al debilitamiento de la participación y, en definitiva, a la ausencia del necesario liderazgo político para integrar a toda la comunidad educativa como garantía para el desarrollo de un modelo educativo de calidad, equidad y de cohesión social y territorial.

En España y en Navarra cada vez se hace más evidente la necesidad de alcanzar un gran pacto político y social en Educación que, entre otros aspectos, remedie el alto fracaso escolar y el prematuro abandono de las aulas de los jóvenes, de los que alertan todos los informes sobre la materia. Además, es necesaria una estabilidad normativa que, independientemente del Gobierno del momento, permita avanzar hacia un modelo decisivo de calidad. La estrategia educativa tiene ahora dos fuentes de inestabilidad: el ciclo político y el ciclo económico. Por el ciclo político, cada vez que cambia el signo del gobierno se hace una mezcla diferente de reformas y contrarreformas; por el ciclo económico, cada vez que se entra en dificultades, se frena la inversión en educación y ciencia y, por tanto, nuestra convergencia con los países avanzados. Tenemos que evitar estas dos fuentes de inestabilidad.

Se pretende lograr una educación flexible y transversal en la que no todo el alumnado haga lo mismo, una educación basada en la equidad y calidad, en el esfuerzo y el mérito. El objetivo de la educación, en todas las etapas, es la formación integral de la persona: prepararla para una ciudadanía libre y para un mundo profesional exigente; y para ello no basta todo el esfuerzo de las instituciones de enseñanza, sino que se requiere la participación de todos los actores, el profesorado, el alumnado, personal no docente y el entorno familiar y social. Todo esto es lo que tenemos que mejorar si queremos, al final, obtener mejores indicadores. Necesitamos generaciones continuadas de buenos ciudadanos y buenos profesionales. Para ello, es fundamental el papel del profesorado, y por tanto deben ser reconocidos a todos los niveles, y así estimular que su trabajo de responsabilidad se haga con calidad e ilusión. Es fundamental que la sociedad ponga los medios y entornos adecuados a la comunicación del saber y de la creatividad. Es fundamental que se ponga en valor y se cultive el esfuerzo. Es fundamental que las familias transmitan también estos valores junto con los de la convivencia democrática y del conocimiento para la vida. Y es fundamental que el alumnado se ilusione con el compromiso de su propio aprendizaje. Tenemos que establecer un ambiente social proclive para todo ello, de confianza en ello. Y esto vale para todos los niveles de educación. Así, sin duda, obtendremos mejores indicadores porque tendremos mejor educación.

La sociedad pide ya que se busque el acuerdo. Es evidente que la educación conforma el modelo de la sociedad, pero el perfil de los ciudadanos de una democracia está ya configurado, y no podemos sufrir por más tiempo el desgaste que supone el "narcisismo de las pequeñas diferencias". Estamos cansados de que el valor de los mensajes educativos aumente o disminuya según quién sea el mensajero. El pacto educativo es ineludible, pero la partida debe jugarse inicialmente sobre un tablero nuevo, que represente a todos los sectores implicados en la educación, que no es otro que el Consejo Escolar. Este Pacto Social por la Educación será el fruto del esfuerzo de consenso que de serie tiene el CEN, lo que le convierte en ese lugar amable y necesario para lograr esta necesaria meta. Necesitamos visión de futuro y sentido de la responsabilidad, un espíritu basado en la disposición, en querer sacar esto adelante y confianza. Saber escuchar al otro. Encontrar lo que nos une, ese es el pensamiento positivo, el único que nos hará progresar.

Este Pacto Social por la Educación será labor de todos y nunca mérito de nadie en particular. Ahí está el éxito. Y con esa pedagogía debe ir posteriormente al Parlamento. No es el pacto de un gobierno. Es un acuerdo para futuras generaciones. La sociedad lo pide y allí los partidos políticos no deben defraudar. Es el momento. La comunidad educativa tiene una cita ineludible este próximo lunes día 10 de enero en la jornada que, organizada por el CEN, será el punto de partida del proceso para alcanzar estos objetivos. Estamos en la fase de poner sobre la mesa lo que nos une, que por cierto es más que lo que nos separa.

El autor es presidente del Consejo Escolar de Navarra

Sin renunciar al legítimo liderazgo competencial, es necesario llegar

a acuerdos y consensos que garanticen una adecuada estabilidad del sistema educativo