La pasada semana tuvo lugar en Navarra un evento de importancia en el mundo de los residuos y es la celebración de la Semana Europea de la Prevención de Residuos (https://ewwf.eu.esp/), que nació en 2009 y que, auspiciada por la Comisión Europea, se celebra año tras año también en nuestra comunidad a través del Gobierno de Navarra y las mancomunidades que forman parte del Consorcio de Residuos. Entre sus objetivos se encuentra sensibilizar sobre la reducción de residuos, la reutilización de productos y el reciclaje de materiales en los estados miembros de la UE, así como movilizar y animar a la ciudadanía a llevar a cabo en sus hábitos diarios el ejercicio de las llamadas Tres Erres (Reducción, Reutilización y Reciclaje).

En la jerarquía comunitaria de gestión de residuos, la prevención ocupa el primer lugar, y se trata de un conjunto de medidas para reducir la cantidad de residuos, así como los impactos negativos sobre el medio ambiente y la salud humana de los residuos generados, incluyendo el ahorro en el uso de materiales y energía. Y, como tal, debería ser altamente promovida por las administraciones públicas, y por supuesto que también desde el ámbito empresarial, privado y asociativo. Pero a pesar de ello, y aunque aparezca como la primera opción a llevar a cabo en la jerarquía europea de gestión de residuos, es la hermana pobre de la política de residuos, y cada año que pasa los expertos nos alertan sobre el colapso de los materiales.

¿A qué se debe esto? Puede haber distintas cuestiones. Entre ellas, está el fundamento del propio sistema económico en el que vivimos que hace que el consumismo se convierta en la base sobre la que funciona el sistema productivo y que no tiene en cuenta las problemáticas ambientales tan negativas que genera. Y, en este sentido, se trata de alentar los hábitos consumistas, de los que la mayoría de la ciudadanía somos cautivos, y caemos en el comprar-usar-tirar.

A pesar de que la prevención presida la jerarquía de los residuos en Europa desde hace ya unos cuantos años, todavía es el día en que se ha avanzado poco, lo que muestra con cierta claridad un cierto fracaso en este campo de la política comunitaria en materia de residuos, que debe ser matizado por los avances en materia de recogida selectiva y reciclaje, aunque ello no quita que la gran asignatura pendiente sigue siendo la prevención. Que la política de residuos se vaya integrando más con las políticas de recursos será positivo y nos permitirá conocer cómo está nuestro modelo económico en relación a su circularidad.

Pero aparte de las motivaciones que tenemos como consumidores para que en muchos casos hagamos del consumo nuestra forma de vida y hacer una reflexión sobre cómo cambiar los hábitos de comprar-usa-tirar, es necesario ahondar en la responsabilidad tan importante y fundamental que tienen las empresas tanto en la producción de sus productos como durante la gestión de los residuos que derivan de su uso.

En este sentido, es urgente promover que las industrias tengan en cuenta el ecodiseño, y de esta forma se revisen todos los procesos en los que puedan reducir la generación de residuos, así como la reutilización y reparación, lo cual permitirá avanzar en la durabilidad de los productos; en la eficiencia en cuanto al uso de energía y de recursos; en el reciclado; en la información que proporcionará conocer la sostenibilidad medioambiental de los productos...

El diseño adecuado de un producto puede ayudar a reducir su impacto ambiental y alargar su ciclo de vida, apostando por materiales más duraderos y fácilmente reciclables.

Cabe señalar que la Unión Europea aprobará a mediados del próximo año nuevas medidas de economía circular que afectan de manera especial a las empresas, como el nuevo reglamento de ecodiseño para productos sostenibles o la implantación de un pasaporte digital para esos productos, ante lo que la industria deberá de prepararse con la adopción de iniciativas que aceleran el ritmo de descarbonización.

La propuesta de Reglamento sobre ecodiseño para productos sostenibles “establecerá requisitos de diseño ecológico para grupos específicos de productos con el fin de mejorar significativamente su circularidad, rendimiento energético y otros aspectos de sostenibilidad medioambiental. Permitirá establecer requisitos de rendimiento e información para casi todas las categorías de productos físicos comercializados en el mercado de la UE con algunas excepciones notables, como los alimentos y los piensos.” Al pasar de tener una Directiva a un Reglamento, este nuevo marco legal será de obligado cumplimiento por todos los países de la UE, sin pasar por la transposición de cada Estado miembro.

¿En que consistirán estos requisitos? El marco permitirá establecer una amplia gama de requisitos, incluidos los relativos “a la durabilidad, reutilizabilidad, actualización y reparabilidad de los productos; la presencia de sustancias que inhiben la circularidad; la eficiencia en cuanto al uso de energía y de recursos; el reciclado; la huella de carbono y la huella ecológica; los requisitos de información, incluido un pasaporte digital de productos, que proporcionará información sobre la sostenibilidad medioambiental de los productos”.

Si realmente se aplican estas medidas, supondría un gran cambio en las reglas de juego del mercado, un serio impulso a la circularidad y grandes ahorros energéticos en un momento en que este asunto es preocupación de todos.

En cuanto al título de este artículo ¿Hacia una sociedad sin residuos?, sin duda se trata de una cuestión un tanto utópica. Pero no lo es tanto, la transformación de los residuos en recursos, rechazando el modelo lineal de extraer-producir-desechar y adoptando un modelo circular donde el valor de los productos y de los materiales se mantiene en la economía el mayor tiempo posible.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente