Llevamos seis lamentables años escuchando que en Eusko Alkartasuna existe un sector oficial y un sector crítico. No es así. Hay un sector que intenta trabajar cumpliendo los estatutos votados democráticamente por la afiliación, el oficial, y otro que sabotea, boicotea y judicializa sistemáticamente todos los órganos de decisión que no controla. Es el golpista: el de Maiorga Ramírez. Todo el mundo sabe que la clave de todo este asunto no es ideológica. Con sus actos queda demostrado que el único objetivo de Ramírez es mantener su escaño en el Parlamento de Navarra.

Ramírez y quienes le secundan, como es el caso de Iñaki Esnal, proclamado coordinador de Navarra incumpliendo los estatutos de su partido, obvian de forma malintencionada que hemos sido elegidas en un congreso legal. Ni siquiera hay una medida cautelar sobre el congreso. En el congreso se elige la ejecutiva nacional, se votan las listas de compromisarios a la Asamblea Nacional, y se debaten y aprueban si procede los estatutos. Tenemos la obligación de regirnos, y por tanto de cumplir a rajatabla dichos estatutos o estaremos prevaricando. Lo que el sector de Ramírez nos exige obsesivamente. A este respecto la solución es sencilla. Si quieren unos nuevos estatutos porque los legales vigentes no favorecen sus intereses personales, que aparezcan, voten, ganen y los cambien. ¿Por qué no lo hacen? Porque no son mayoría en Eusko Alkartasuna. Si lo fueran tendrían el control que tanto ansían, ¿no? ¿Y nos hablan de respeto a la voz de la afiliación, de derechos y de democracia ejerciendo un golpe de estado de manual contra la dirección de Eusko Alkartasuna? En 1980 en el Parlamento Vasco, el lehendakari Garaikoetxea afirmó lo siguiente sobre pacificación: “las perspectivas de negociación son cada vez menores, el único e ingrato camino que nos va quedando es el de la aplicación de la ley porque no permaneceremos impasibles ante los hechos tan incalificables que se están produciendo”. Hacemos nuestras las palabras de nuestro lehendakari.

En este caso no nos corresponde a nosotras demostrar nuestra adhesión y lealtad al proyecto de EH Bildu desde siempre. Nunca hemos coqueteado con Nafarroa Bai y, lo que es más grave, como hizo la agrupación local de Tafalla, la de Ramírez, tampoco hemos presentado una enmienda en un congreso en la que se proponía directamente la salida de EH Bildu dejando la relación limitada a meras coaliciones electorales. Es decir, sólo para negociar cargos. Plantear algo así es una enmienda a la totalidad a EH Bildu. ¿Quién en su sano juicio agrede lo que tanto dice amar? Y si hablamos sólo de elecciones, las personas que asumirán la responsabilidad de ir en las listas de EH Bildu en mayo, no sólo van a representar a EA a Sortu o a Alternatiba. También irán en nombre de quienes no se significan con ninguno de los tres partidos, pero que apoyan y creen firmemente en EH Bildu aunque no salgan elegidas. Es la diferencia principal con Ramírez.

Como dijo Andoni Pérez Cuadrado, un entrañable y siempre fiel compañero y abertzale histórico, “en mis tiempos los muy críticos se acababan marchando”. Los de Ramírez no se van. Y no se van porque no son críticos. Son golpistas movidos por intereses personales. No hay más y lo denunciamos alto y claro también aquí dando las gracias a Noticias de Navarra por la oportunidad. Rememoro el discurso del lehendakari Jose Antonio Aguirre tras el golpe de Estado del 36. “Ya no es nuestra lucha, se lucha por la libertad y la democracia negadas por los totalitarios”.

*La autora es secretaria general de Eusko Alkartasuna