La conferencia de Jon Illescas en el Foro Gogoa, Mcmúsica, pantallas y educación tóxica constatamos que nos ha producido un gran impacto emocional. Parece que estamos ante un desastre que está afectando de un modo muy negativo a jóvenes y adolescentes a través de videoclips que fomentan valores contrarios a los derechos humanos: individualismo, drogas, alcohol, hipersexualidad, dinero, apuestas, consumismo, cosificación de la persona… (se puede ver el video en www.forogoga.org).

Cuando empezamos a dialogar sobre el tema, nos damos cuenta de que este mensaje tan negativo nos ha movido por dentro y nos lleva a repensar qué podemos hacer. Tal vez el escenario presentado sea un tanto exagerado y parcial pero sea bienvenido si nos hace reaccionar.

Sin negar que exista el escenario apocalíptico presentado, descubrimos otra cara de la juventud. Hemos querido profundizar en qué elementos son los que la están haciendo posible puesto que son lo opuesto a ese mundo de Mcmúsica, pantallas y educación tóxica que nos ha presentado el ponente.

Resulta que de una educación tóxica pasamos a hablar de que otra educación que no solo es posible sino que es ya una realidad. Hablamos de esa educación de base, en la que los actores primeros son los padres y por extensión la familia, pero también los profesores y por extensión la escuela, y sin olvidar el papel de otros ambientes educativos, como el deporte y la cultura, que todo suma en la misma dirección. Vayamos por partes.

Resulta que los padres son los primeros que están jugando un papel clave en dar fundamento, soporte y herramientas a sus hijos para el momento en el que como adolescentes tengan que enfrentarse solos a la realidad que les toque vivir, sean los videoclips, las pantallas, los contravalores consumistas e insolidarios… lo que venga.

¿Y cómo lo están haciendo los padres, los abuelos, la familia? Parece que una clave consiste en marcar límites, ya que hoy vivimos una cultura muy permisiva. Para muchos padres no se trata de prohibir sino de preguntarles a ellos cómo lo ven, pedir su opinión, abrirnos a sus interrogantes, escucharles. El día a día en casa es la mejor educación. La escucha y el diálogo sin prejuzgar ni demonizar a nuestros hijos y nietos.

Claro que esto exige dedicar tiempo a los hijos y nietos: jugar con ellos, ver películas, juegos de mesa, cualquier cosa en familia, actividades colectivas frente a las individuales. Y es cierto que ellos solo quieren la tablet y el móvil si les dejamos (la tele en su habitación por ejemplo, gran error), y lo malo es que eso es muy cómodo para los padres de hoy en día llenos de ocupaciones y de jornadas laborales interminables. La clave, dedicarles tiempo, escucharles y dialogar con ellos y para esto los abuelos y abuelas lo suelen hacer fenomenal.

Claro que nos damos cuenta de que hay padres y madres que vienen ya cargados con sus propias mochilas, historias duras, difíciles. Nos surge la pregunta de dónde se aprende a ser padres. No hay respuestas categóricas, tal vez la ventaja de que fuimos hijos es ya una clave. También hay recursos de autoformación libros, charlas, escuelas de padres, el camino compartido con otros padres amigos... todo suma.

Más allá de los padres y la familia también la escuela tiene su parte y sin duda la juega de una manera responsable y crítica en muchos centros. Por ejemplo, trayendo los videoclips para trabajarlos en clase y ayudar a los alumnos a ser críticos, a descubrir las manipulaciones y los mensajes que transmiten. La educación sexual en la escuela pues parece ser el sitio más apropiado, ya que en la familia es más difícil, el pudor en casa es una dificultad añadida. Cuando se trabaja en la escuela el ámbito emocional, la importancia por descubrir mis emociones y ponerles nombre, para poder luego analizar y reflexionar. Las redes sociales puestas al servicio de la educación, una educación que lo que hace es estar cerca y acompañar. Pero todavía identificamos más espacios saludables como los centros deportivos y culturales. El deporte escolar suele ser un espléndido lugar para desarrollar valores de solidaridad y esfuerzo. Hablamos también de los grupos de scouts y la excelente labor que realizan en el desarrollo de la sensibilidad por la naturaleza, la montaña, lo colectivo frente al individualismo… También del ámbito parroquial y el sínodo de los jóvenes proponiendo las redes sociales como herramientas para la solidaridad y la amistad.

A pesar de que es cierto lo enganchados que están muchos jóvenes a las pantallas y los videoclips, también descubrimos su presencia en numerosos voluntariados: en grupos de apoyo escolar, en comedores sociales como el Paris 365, en la atención a personas mayores…

Terminamos nuestro encuentro preguntándonos qué más podemos hacer nosotros para apoyar esta otra forma de vivir opuesta a la cultura y los valores predominantes en “videoclips, pantallas y la educación tóxica que representan”: primero descubrir y hablar en positivo de adolescentes y jóvenes y así lo hemos querido hacer en esta carta. También queremos animar a hacer lo mismo en los espacios colectivos en los que estamos, especialmente asociaciones de padres y de profesores, grupos deportivos, culturales, familiares, etcétera. Creemos en los jóvenes y queremos caminar junto a ellos. El Foro Gogoa quiere contribuir humildemente a este diálogo social con este tipo de conferencias, y espacios de encuentro. Habrá más. También desde las redes sociales y nuestro blog de Actualidad: www.forogogoa.org.

Firman este artículo: Alberto Lafarga, Ana Ilarregui, Roberto Oiz, Maribel Turias e Isidoro Parra