La salud, como bien sabe nuestra actual alcaldesa, no es únicamente la atención sanitaria, que solo contribuye en una pequeña parte a que nos sintamos más capaces de disfrutar de nuestra vida.

En buen número de ocasiones, en su trayectoria profesional Cristina Ibarrola ha citado la importancia de la promoción de salud como el norte de nuestro sistema de salud y de su contribución a la sociedad.

La promoción de salud consiste en crear las condiciones para que las personas podamos desarrollar nuestras capacidades individuales y colectivas y así podamos disfrutar de la naturaleza, de la convivencia, de llevar estilos de vida más saludables y tener una vida más feliz y con menos necesidad de asistencia sanitaria en nuestros barrios, pueblos o ciudades.

Promover la salud tiene muchas facetas que van desde acceder a una vivienda digna, unas relaciones más satisfactorias con la gente, una alimentación saludable, ejercicio físico adecuado o evitar la soledad, entre otras.

Pero la primera condición es respetar la vida; la vida de los seres vivos, los árboles, las aves, todos los animales, y por supuesto de los seres humanos. La llamada estrategia One Health, Una Salud, que impulsa la OMS nos lleva a ser conscientes de que todos los seres vivos del planeta somos lo mismo, y nuestro presente y nuestro futuro está de forma inexorable interrelacionado, tal como nos demostró la pandemia de covid.

La vida la construimos en nuestros barrios o pueblos, y una oleada imparable de personas y sociedades impulsa en el mundo la necesidad de la conciencia de un entorno vivo y natural como necesario para tener más salud. Y a olvidar las agresiones a la vida y al medio ambiente porque suponen pérdida de calidad de vida y de salud para nuestra generación y las futuras.

Por esto me resulta tremendamente incomprensible que una persona con formación en salud, que tanto ha citado la necesidad de impulsar la promoción de salud, apoye e incluso lidere la construcción de un parking a todas luces innecesario (aunque algunas pocas personas privilegiadas puedan verlo como un negocio para sus intereses), que atenta contra la vida de árboles que nos protegen y que son refugio de animales en riesgo.

Esta obra dificulta la vida, crea un entorno agresivo, un acumulador térmico que agrava las olas de calor que cada vez causan más muertes humanas, y afecta a la convivencia de quienes hoy disfrutamos de ese espacio: personas mayores, escolares, comerciantes o familias.

Nuestros árboles, las aves que viven en ellos, el entorno de los alrededores de la plaza de la Cruz, permiten que la vida se mantenga, y los seres vivos que tenemos esta zona como nuestra área de relación, de encuentro, de relax o de convivencia, necesitamos mantenerla así para preservar nuestra salud.

Nuestros árboles seguirán reduciendo el calor acumulado en el suelo en verano y evitarán muertes por golpes de calor, permitirán al alumnado un área de descanso ya de por sí precarizada, las personas mayores tendrán lugares para conversar y encontrarse y el parque infantil permitirá a las familias disfrutar de la naturaleza en el barrio. Tenemos suficientes ejemplos en nuestra ciudad de zonas que se han vuelto hostiles para el ser humano después de la construcción de un parking: Carlos III, Plaza del Castillo, entre los más cercanos.

Me gustaría pedirle públicamente que reflexione sobre la coherencia entre sus declaraciones y las decisiones que parece que va a tomar, y deje en suspenso la actual propuesta de parking en la plaza de la Cruz, que añadiría innecesariamente a la ciudad un espacio sin vida y generaría una peor salud de las personas que vivimos en el segundo Ensanche y de quienes en algún momento paseamos por él.