Ya hace unos días que acabaron las fiestas del glorioso y desde distintos ámbitos se hizo una valoración rápida de las mismas. Conclusión, fueron un éxito por la cantidad de personas que asistieron a los distintos eventos y por el negocio que ello supuso, además de volver a colocar nuestra ciudad en el centro del universo. Y otro dato importante, disminuyó ligeramente la cantidad de residuos recogidos (-2,44 %), también la recogida de vidrio y aumentó la limpieza viaria, o sea, los restos esparcidos por el suelo. Es decir, se recogió menos y se tiró al suelo más, a pesar de las papeleras de color rojo.

Queremos reconocer la dificultad que supone gestionar bien los residuos que producimos, ya que es mucho más fácil mezclar que separar. Es evidente que en ese pequeño esfuerzo de separación es donde está la diferencia para que aumente la calidad, que luego permitirá una mejor y mayor cantidad de residuos reutilizados y reciclados. Y consiguientemente un menor vertido en vertedero.

Hay que diferenciar el espacio de la fiesta y de la subversión del que hablaba Mario Gaviria, del resto de la ciudad, porque en ese espacio es donde se concentra la fiesta y la mayor producción de residuos. No podemos sentirnos orgullosos de los contenedores que teníamos por todo el espacio del casco viejo porque los residuos estaban mezclados en bolsas encima de todos los contenedores, muchas veces sin importar el color o residuo que le correspondía.

No sólo eso, las cajas de cartón que contenían bebidas y productos de alimentación estaban en cualquier contenedor y mayormente en el de resto, enteras, tal cual el repartidor las había traído. Con 8 cajas sin romper, se llenaba el contenedor. En lo referido a la separación entre resto y envases, la situación era parecida, todo mezclado, y eso que los datos de recogida de vidrio, en lo referido a los establecimientos comerciales ha aumentado.

Cuestión aparte es el tema de la recogida de la materia orgánica. Por lo visto en esos días es posible que en el resto de la ciudad haya aumentado la recogida selectiva de materia orgánica, pero en el espacio de la fiesta podemos intuir que no aumentó. Y si estuvimos tantos miles de personas, se supone que también comimos y si comemos también producimos restos orgánicos.

Nos gustaría que la Mancomunidad de la Comarca, además de dar los datos de recogida global, los especificara y nos dijera en ese espacio cuantos residuos se han recogido de cartón, de envases, de materia orgánica y cuántos han ido directamente al vertedero o indirectamente tras clasificar los anteriores, que podían tener numerosos impropios. No dar esos datos es hacernos trampas porque la responsabilidad última no es sólo de la Mancomunidad, es también de la ciudadanía y en mucha mayor medida de los negocios que viven de la fiesta. Si no decimos con claridad los datos estamos ocultando un problema y no tenemos la información inicial para tratar de resolverlo. En favor de la Mancomunidad hay que decir que ponía en todos sus recorridos camiones diferentes para recoger cada tipo de residuo por separado. Otra cuestión es si eso es suficiente, pero para eso están las mesas de diálogo, para analizarlo entre los distintos sectores. Pero no nos olvidemos de los restos esparcidos por el suelo compuestos de cristales, plásticos y envases.

Si ya todo lo anterior es penoso en esta situación de emergencia climática, lo de los vasos reutilizables, tirados a millares por el suelo, duele en lo más íntimo de cualquier persona con cierta sensibilidad ambiental.

La pregunta que nos debemos hacer es si merece la pena masificar tanto las fiestas si no podemos gestionar todos sus efectos indeseables, entre los que están los residuos. Y otra pregunta, ¿para disfrutar de la fiesta es necesario ensuciarlo todo? Mientras unos disfrutan, otros sufren las consecuencias.

Responsabilidad colectiva

España y también Navarra están incumpliendo las metas en materia de recuperación de residuos que ha fijado la Unión Europea. Tenemos que apelar a la responsabilidad de los distintos sectores implicados. Por una parte, la ciudadanía tenemos que poner de nuestra parte y separar bien lo que producimos. En este caso las personas residentes serán las que más colaboran, mientras que los que vienen de fuera tendrían que hacer un esfuerzo mayor. Pero también es necesario apelar a la responsabilidad ampliada del productor de envases, pieza fundamental y que de acuerdo a la legislación, debe pagar el coste de la recogida de los envases abandonados. Ayuntamiento y mancomunidad tienen la obligación de poner los medios de control necesarios para que se cumpla la legislación vigente.

El Departamento de Medio Ambiente, ¿dónde está? En Medio Ambiente recae la responsabilidad última de las políticas de residuos y sigue sin cumplir la Ley Foral de Residuos. No ha sido capaz de organizar una prueba piloto ni implementar el SDDR (Sistema de Depósito, Devolución y Retorno), sistema utilizado en otros países con una eficiencia extraordinaria en la solución a la limpieza viaria y en la mayor recuperación y reutilización de envases.

Si todas las litronas, las cervezas de casco verde y las botellas de alcohol tuvieran un depósito y por supuesto, un sitio donde devolverlas, seguramente encontraríamos muchas menos tiradas. Y qué decir del canon de vertido de residuos al vertedero, que el Departamento de Medio Ambiente lo mantiene entre 30 y 40 euros por tonelada. Con un precio así, es normal que la materia orgánica no se composte, porque no hay diferencia significativa entre compostar y tirar al vertedero. Y eso a pesar de la necesidad de materia orgánica de calidad que necesitan nuestros campos y bosques quemados. Conclusión: hay que elevar el canon de vertido para que sea disuasorio.

Pero no nos olvidemos del sector servicios y más específicamente de los bares y restaurantes, porque son los que más residuos producen en fiestas. Es uno de los sectores que más provecho saca de la fiesta y debería ser de los más interesados en que estos efectos indeseados fueran a menos.

No pueden escudarse en el agobio y la cantidad de gente porque si esa es la excusa o se contrata más personal o hay que impedir que se masifiquen tanto las fiestas.

Si en nuestras casas tenemos que clasificar los residuos en varias fracciones, el comercio también lo tiene que hacer y mucho más en fiestas para que no paguemos el canon de vertido a tocateja entre todas las personas de la ciudad. Nos encontramos ante una tasa poco democrática, donde todos pagan lo mismo sin tener en cuenta los residuos producidos tal y como lo exige la legislación, y además en función de la contribución de bienes inmuebles que no tiene ninguna relación con los residuos.

A modo de epitafio: si no cumplimos la ley de residuos, cómo o por qué vamos a cumplir la ley de cambio climático… En nuestras manos está.

El autor escribe en representación de la Compañía de las Tres Erres