Los pueblos no son mejores que su forma de pensar. Plenamente consciente de ello Averroes, aquel genial pensador cordobés que en pleno siglo XII planteó la posibilidad de ser científico además de creyente fue un filósofo progresista, un filósofo que defendió los derechos de todo hombre y mujer y por consiguiente criticó severamente la realidad social de su tiempo con un realismo político absoluto como fiel aristotélico.

Averroes es el único pensador medieval que denunció la situación de las mujeres dentro de la sociedad islámica. La imposibilidad de que el hombre pueda casarse con otra mujer si su esposa no lo aprueba, el derecho de toda mujer adulta a casarse cuando y con quien quiera y a poder divorciarse de su marido si este la maltrata, son algunas de las posiciones más interesantes por el que fue Cadi o juez de Córdoba en su obra jurídica La Bidaya, y lo que es más revolucionario en una sociedad islámica medieval, Averroes no ve inconveniente alguno en que la mujer ejerza ese cargo, el cargo de juez o salga a la calle con la cara destapada. Averroes escribió en su Exposición de la República de Platón que muchas veces las mujeres se parecen a las plantas ya que en la sociedad en la que al filósofo cordobés le tocó vivir, la España musulmana del siglo XII, no permitía su total realización social y personal.

A la mujer se la maltrata. Averroes es contundente, se desconocen sus habilidades por estar destinadas al servicio de sus maridos. Se las inutiliza para otras posibles actividades que no sean la procreación. No se las prepara para ninguna de las virtudes humanas y ello acarrea consecuencias socioeconómicas importantes convirtiéndose en una carga para los hombres al carecer de formación y no contribuir a las actividades necesarias excepto en muy pocas como son el hilar y el tejer, los cuales realizan la mayoría de las veces cuando se necesitan fondos para subsistir.

No permitirles desarrollar sus habilidades es censurable. Es una protesta más que moderna contra los estados de servidumbre en el que se ven sumidas las mujeres cuando solo se les cree capaces de parir niños y alimentarlos.

Averroes defiende a las mujeres. Sorprende su tremenda actualidad. Lo que se espera hoy en una sociedad como la nuestra dirigida mayoritariamente por hombres y al mismo tiempo tan cosificada y con una cota tan al alta de pragmatismo dista de favorecer el desarrollo integro de muchísimas mujeres. En el siglo XII, se la mantenía como escribe Averroes relegada al cuidado de la procreación, educación y crianza de los hijos. En pleno siglo XXI ni siquiera tiene tiempo y posibilidades para ello por razones económicas o laborales. Las cosas no han cambiado en tantísimos países y sociedades. Islámicas y no islámicas. Es un hecho. Una realidad vergonzosa y alarmante. En nuestro mundo incluida por supuestísimo nuestra sociedad occidental se le sigue impidiendo a la mujer pensar por sí misma y negociar la realidad. Este vaciar por completo a la mujer es el síntoma inequívoco de una sociedad enferma, perturbada, cruel, el síntoma inequívoco de la llamada sociedad tecnológica, deshumanizada, asesina y castradora, una sociedad en la que predominan el tener sobre el ser, la apariencia sobre la esencia.

De sobra es por todos conocido que hoy se lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, pero queda tanto por hacer. Y por hacerlo bien para poder avanzar y no retroceder. Necesitamos leyes que protejan a la mujer y defiendan sus derechos castigando a sus agresores y asesinos sin ningún tipo de complacencia ni miramiento. Pero leyes que no entrañen polémicas ni enfrentamientos y peleas entre bandos. Leyes justas, eficientes, contundentes consensuadas y todos los recursos necesarios para acabar con esta lacra social que es la violencia machista, ese machismo estructural que se cuela por todos los rincones del planeta, de nuestras casas, de nuestras calles, de nuestros ámbitos laborales, de nuestras mentes. No hace falta matar, violar, insultar o golpear a las mujeres para hacerlas daño. Hay mil maneras de agredir a la mujer, pero no me voy a detener en este asunto. Volvamos a Averroes.

En Averroes encontramos además de lo por el expresado y escrito sobre papel toda una filosofía, todo un pensamiento implícito sobre el potencial de la mujer, sobre la igualdad entre ambos sexos que me aventuro y oso exponer. Si Averroes abriera hoy los ojos se encontraría con un mundo terrible, desgarrador, violento, machista, enfermo, preñado de problemas e injusticias, de corrupción y sufrimiento, pero mejorable y perceptible, si luchan por igual y en igualdad de condiciones hombres y mujeres. Si se gestionan bien los recursos, se respeta la naturaleza y se coloca a la educación en su lugar, dándole la importancia, la tamaña importancia, papel y relevancia que tiene, si fuéramos capaces de negociar la realidad unos y otros, unas y otras sin caer en los ismos, sin hacer de ellos su bandera y provocar el conflicto, un conflicto estúpido, necio porque lleva implícita la división y no la multiplicación del otro, porque impide a priori el avance en la filosofía del ganar-ganar seríamos más sabios y felices ambos sexos. Todos. Mujeres y hombres.

Exijamos a nuestros políticos y políticas, diría Averroes, sentido común y un recto ejercicio del poder, medidas drásticas frente a los desastres humanos y naturales, frente a los corruptos mentales, frente a la sinrazón, frente a los agresores sexuales, frente a todo tipo de violencia y en particular la machista. Demandémosles nobleza, inteligencia, sabiduría y templanza. Prudencia. Empatía. Cualidades y virtudes imprescindibles para ser un buen gobernante, como sostenían los griegos y que muchas veces brillan por su ausencia.

Aprendamos de los que nos precedieron como sostuvo Averroes en el Fals en su intento de defender y legitimar la filosofía frente a los ataques de los teólogos musulmanes.

Tomemos nuevos rumbos y posibilidades. Volvamos la mirada a los grandes, sin olvidarnos de los grandes olvidadas y silenciadas, las mujeres. Volvamos la mirada a los que han dedicado y dedican su vida entera al raciocinio, lo mejor del ser humano, lo que nos diferencia de las bestias, a los que se entregan a la búsqueda de la verdad por muy controvertido y dialectico que pueda resultar el tema, a los que consagran su energía a solución de las grandes cuestiones que inevitablemente urge y deben resolver los humanos. A los y las gigantes del pensamiento que pueden ayudarnos, educarnos y conducirnos con paciencia y tolerancia hacia una visión esperanzadora, más esperanzadora de la existencia humana.

Averroes siempre defendió la importancia y necesidad de la filosofía. Yo he leído cientos de definiciones de esta disciplina. Pero con la que me he quedado y hecho mía es con la de una mujer, y la quiero compartir con todos los lectores. La definición de la filosofía como la respuesta del pensamiento a la urgencia de la vida.

La autora es doctora en Filosofía