Los medios manipuladores preparan la opinión pública para que apruebe un exterminio en Gaza. Los titulares gigantes de la prensa británica de hoy, miércoles 11, denuncian al unísono la supuesta decapitación de bebés israelíes por los “salvajes” de Hamás.

Según las palabras de Mark Twain, “la historia no se repite, pero rima”. Hace 33 años, en 1990, los periódicos británicos y estadounidenses aseguraban que los soldados brutales de Saddam Hussein tiraban bebés de incubadoras para morir en el suelo de un hospital de Kuwait. Y hace 109, en 1914, la prensa británica y francesa gritaba que las salvajes tropas alemanas estaban matando bebés belgas a punta de bayoneta.

Dos cosas tienen en común los tres casos, mención de bebés masacrados aparte.

Primero, que se trata de reportajes falsos basados en hechos deliberadamente inventados. La prensa británica ni siquiera ha intentado demostrar la veracidad de sus titulares del miercoles, y Hamas ha desmentido “categóricamente las acusaciones inventadas promovidas por algunos medios de comunicación occidentales, la última de las cuales ha sido la alegación de matar niños, decapitarlos y atacar a civiles”. En los dos casos históricos los reportajes resultaron ser rotundamente falsos, aunque ningún periodista tuvo que responder penalmente.

Segundo, que los periodistas responsables han buscado manipular y encolerizar la opinión pública para que aceptase y hasta aprobase la comisión de crímenes monstruosos. La guerra de 1914-18 supuso la matanza de millones de jóvenes de todos los países de Europa. Y la primera guerra del golfo de 1990-91 dio lugar a la muerte de unos 500,000 niños como resultado directo del inhumano bloqueo impuesto a Irak – muertes que, según la secretaria de estado norteamericana del momento, Madeleine Albright “merecieron la pena”.

El asalto a Gaza que el gobierno israelí está llevando a cabo ante los ojos del mundo y con el permiso y, en muchos casos, beneplácito de los gobiernos y la clase política de occidente tiene una clara definición: exterminio.

El ministro de defensa israelí declaró el lunes: “”He ordenado un asedio completo de la Franja de Gaza. No habrá electricidad, no habrá comida, no habrá combustible. Nada entrará y nada saldrá. Hemos abolido todas las reglas de conducta de la guerra, nuestros soldados no se considerarán responsables de nada”.

Revital Gotliv, diputada del partido de Netanyahu, dijo el martes, “Sólo una explosión que haga estremecer Oriente Medio podrá rehacer la dignidad, fortaleza y seguridad de este país. Ha llegado la hora de besar el apocalypsis. Lanzando potentes misiles sin tregua. ¡Aplastar los barrios no es suficiente!”.

Gaza mide 365km2, algo más pequeño que el valle del Baztán, y tiene una población de más de dos millones de personas, la mitad de ellas menores de 30 años. Ha soportado 17 años de asedio, sin agua potable en las viviendas y con los sistemas de saneamiento y sanidad sistemáticamente destrozados y con un 90% de paro, cuatro invasiones a gran escala e innumerables bombardeos.

El pueblo gazatí, que nunca ha conocido otra cosa que la ocupación y opresión, se niega a vivir de rodillas y ha tenido la osadía de luchar contra la situación impuesta por el colonialismo israelí.

Con la rabia del matón con el orgullo herido, las fuerzas aéreas israelíes han reaccionado atacando hospitales, ambulancias, universidades y viviendas normales matando a cientos de niños, mujeres y hombres civiles cada día, aplastando barrios enteros. Está agresión concienzudamente planeada contra la población civil puede definirse en derecho internacional como “exterminio”, según el Centro Palestino de Derechos Humanos de Gaza.

Si aún creemos que nuestros gobiernos no son capaces de permitir un crimen de tal magnitud, basta recordar dos hechos “made in Occidente” de la segunda guerra mundial: el bombardeo masivo de las ciudades alemanas y las dos bombas atómicas. Ambos fueron crímenes de guerra, aunque no fuesen nunca castigados, que mataron a cientos de miles de civiles.

El 14 de octubre a las 11:30 saldrá desde la plaza del Baluarte una manifestación en apoyo al pueblo palestino.

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La destrucción de Gaza, en imágenes EFE/EP