El Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra está realizando la revisión del Plan de Residuos de Navarra 2017-2027 (disponible en la web Participa Navarra), incluyendo lo establecido en la normativa europea y española más recientes, con objetivos más ambiciosos y nuevas medidas.

Identifica como problemas más relevantes del momento actual el aumento de la generación de los residuos que producimos, la baja tasa de recogida selectiva de la materia orgánica y de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos y la necesidad de mejorar en la recogida selectiva de envases, con aspectos totalmente novedosos como la recogida de las botellas de plástico. Sin embargo, no cita una cuestión que a nivel público está pasando desapercibida. Y es que la Ley Foral 14/2018, de Residuos de Navarra, estableció que “La coordinación de la gestión de servicios en materia de residuos se llevará a cabo mediante una entidad de naturaleza pública que adoptará la denominación de Ente Público de Residuos de Navarra y que permitirá a todas la entidades locales involucradas en la materia una gestión más coordinada, eficiente y cohesionada.” dando un plazo de seis meses para su creación. Ya han pasado más de 5 años y no se ha hecho nada. Corresponde al departamento de Cohesión Territorial tomar la iniciativa y no se tiene conocimiento de ningún paso oficial dado en dicha materia.

Se pretendía que, emulando la óptima gestión que ha desarrollado la empresa pública NILSA desde 1990 en materia de depuración de aguas residuales, se avanzara mediante este instrumento en solucionar algunos déficits de la actual gestión de residuos en Navarra. Porque es increíble a día de hoy que residuos urbanos generados en los confines más distantes de Navarra (Baztán, Roncal…), viajen hasta Tudela para tener un tratamiento definitivo, sin haberse valorado la idoneidad de soluciones integrales más coherentes y con menor impacto medioambiental.

En este momento actúan de manera separada por un lado la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona y por otro el Consorcio de Residuos, que aglutina a las otras 15 mancomunidades de Navarra. Esta atomización impide realizar una adecuada coordinación a nivel de toda Navarra que conduzca a adoptar decisiones que precisan de una capacidad técnica adecuada y una visión más general de la problemática y de las soluciones precisas.

Ya la Cámara de Comptos, en su informe de auditoría de 2022, resaltaba la existencia de

“ineficiencias, sobrecostes y operaciones cruzadas con el Consorcio que podrían evitarse”. Y también que “…las tasas de recogida como de tratamiento aprobadas por las entidades gestoras no se establecen, en general, en función de la generación de residuos. Esto no constituye un incentivo para el contribuyente ni es coherente con el principio de quien contamina paga”. Y urgía a la creación del Ente Público antes citado y a aprobar tasas basadas en el coste de los servicios.

Recomendaba también la aplicación del pago por generación. El esfuerzo que se pide a la ciudadanía debe ser compensado con menores tasas para quienes menos residuos generan y mejor los separan. La Comarca de Pamplona se está acercando a su posible aplicación al haber implantado las tarjetas nominativas de apertura de los contenedores. No costaría mucho empezar a aplicarlo de alguna forma sencilla. Y sería una aplicación más noble y eficaz que utilizarlas para sancionar al que deposita mal sus residuos.

La dirección de carácter superior que asumiría el Ente Público de Residuos debería permitir avanzar en mejores resultados de la gestión actual evitando las barreras y distorsiones que actualmente se detectan. Entre ellas, es de destacar que las mancomunidades de mayor tamaño son las que peores resultados tienen en su gestión global. La Mancomunidad de la Ribera se está quedando retrasada en la recogida selectiva de materia orgánica. Y la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona no trata aún los residuos de la fracción resto (contenedor verde) aunque está previsto que lo haga en un plazo de 2 años en la nueva planta en construcción en Imárcoain.

En este mismo ámbito, la revisión del Plan de Residuos de Navarra no identifica ninguna inversión destinada a un nuevo vertedero en la Comarca de Pamplona. Hay que recordar que está anunciado el cierre del vertedero de Góngora en 2024 y no se conoce ningún paso dado para disponer de una alternativa al mismo donde se viertan los residuos tratados no reciclables.

Considero que sería una decisión errónea dado el más que correcto funcionamiento del vertedero de Góngora, que además se encuentra en una situación de llenado inferior al 50% de la capacidad prevista en el proyecto inicial. Quedaría capacidad para usarlo durante varias décadas en un escenario proyectado de disminución constante de las cantidades de residuos a verter y un futuro vertido cero, aplicando las medidas de economía circular que se vienen adoptando en materia de mejores tecnologías y de exigencias legales. Y si en cualquier caso se intentara buscar un vertedero nuevo alternativo, se me antoja que dicha alternativa difícilmente resistiría una evaluación de impacto ambiental favorable frente a una instalación existente con la calidad y capacidad de Góngora.

Estamos al comienzo de la legislatura que abarca precisamente los 4 años que quedan para cumplir con los objetivos del Plan de Residuos de Navarra 2017-2027. Es el momento de tomar decisiones definitivas para cumplir con los objetivos establecidos y exigidos por la normativa comunitaria, que a buen seguro irá planteando nuevos retos cada vez más complejos en esta materia.

*El autor es químico, experto en temas medioambientales