Para analizar la despoblación en Navarra es conveniente comparar la evolución de la población con perspectiva amplia.

La población navarra en 1900 estaba repartida entre las diferentes localidades con mucha menor dispersión que actualmente. Unos sencillos datos ilustran mejor la situación.

La población total ha pasado de 307.669 a 661.537 habitantes (en 2021), es decir, ha crecido un 115 por ciento; mientras que la de los municipios menores de 500 habitantes ha descendido de 77.360 a 28.067 habitantes, es decir, ha disminuido en un 64 por ciento.

Si en 2021 quisiéramos que estos municipios representaran sobre el total la misma proporción que en 1900 tendría que incrementarse su población en 138.269 habitantes.

Actualmente los 21 municipios mayores de 5.000 habitantes acogen al 68 por ciento de la población, y esto en un conjunto de 272 ayuntamientos y 346 concejos.

En este proceso los años clave se sitúan entre 1950 y 1970. Esto significa que ahora todavía experimentamos los efectos de las políticas de esos años. La política sobre población/despoblación tiene efectos y consecuencias a largo plazo.

Constituyendo la concentración de la población en grandes urbes un fenómeno mundial, debemos preguntarnos si es lo que queremos para Navarra, y si estamos a tiempo para revertir la situación.

La despoblación del territorio representa una considerable pérdida social en aspectos medioambientales, históricos, culturales, patrimoniales.., que toda la sociedad debería intentar evitar. Además, ¿sería posible la vida en las ciudades sin vida en los pueblos?

Pero en el problema de la despoblación incide también la baja natalidad, que es general en el Estado, ya que no alcanza el mínimo para el reemplazo generacional.

Las personas se asientan donde hay trabajo, vivienda y servicios, y para facilitarlos no siempre es necesario inventar cosas nuevas. Basta con echar la vista atrás y ver cómo en el Medievo se concedían fueros para los que repoblaban el territorio, o, como en Navarra, el Programa de Promoción Industrial de los años 60 de siglo pasado favoreció la industrialización de la comunidad.

Medidas sobre industria y trabajo, vivienda y servicios son necesarias para que la vida en los pequeños pueblos sea atractiva, principalmente para los jóvenes; así como repensar nuestros pueblos, ya que la actividad primaria, siendo parte esencial de la vida rural, ya no va a ser la mayoritaria. No olvidemos que el porcentaje de la población activa en el sector primario ha pasado, aproximadamente, de un 50 por ciento en los años 60 a un cuatro por ciento actualmente.

Navarra, en general, no presenta la misma situación que otras zonas del Estado, pero sí existe el mismo problema en amplias zonas del territorio foral. Aunque no se ha creado, como en otros lugares, una plataforma general, sí han surgido varias iniciativas para abordar la despoblación. Así, podemos citar la elaboración de la Estrategia de lucha contra la Despoblación de Navarra, el Mapa de zonas y municipios en riesgo de despoblación en Navarra o diversas actuaciones de grupos locales.

Pero también hay que señalar que, con todos sus déficits, la vida en los pueblos no se parece en nada a la de hace unas décadas, y en muchas localidades surgen iniciativas de todo tipo, incluidas las culturales, y cuentan con un nivel de servicios mínimos aceptable.

En el trabajo realizado, que se ha presentando al Gobierno y a los grupos políticos representados en el Parlamento, se:

• Analiza la evolución de la población navarra desde 1900.

• Presenta la evolución de los ingresos presupuestarios en los cuatro últimos años

• Muestra la distribución del IRPF por población.

• Señala alguno de los posibles criterios para definir las zonas despobladas

• Se realiza una propuesta, centrándonos principalmente en los aspectos fiscales, que puede favorecer la recuperación de nuestras pequeñas localidades.

Lógicamente, es necesario, en primer lugar, definir cuáles son los municipios con riesgo de despoblación y en los que se quiere incidir. Son varios los criterios que se pueden aplicar: población, densidad de población, pérdida de población en un periodo, etcétera. Por ejemplo, ¿las 152 entidades con menos de 500 habitantes, o las 57 que presentan entre 2021 y 1991 un descenso de su población superior al 25 por ciento? Elegido un método, probablemente sea necesario contemplar varios, será precisa cierta flexibilidad con aquellas entidades que se encuentren en el límite y no cumplan los requisitos.

Actuar sobre la despoblación constituye un proyecto a medio/largo plazo que probablemente no proporcione votos para las próximas elecciones, pero es estructural y básico para el futuro de Navarra. Por eso se necesita una voluntad y un acuerdo mayoritario para trabajar sobre la despoblación.

Si no se hace nada es posible que en pocos años se abandonen muchos pueblos y todavía una mayor parte de la población se asiente en Pamplona y su comarca.

¿Es esto lo que la sociedad navarra quiere y necesita? El debate social es imprescindible y urgente.

*El autor es economista