La noticia bomba del pasado 13 de diciembre fue el acuerdo entre PSN y EH Bildu para arrebatar a la derecha de UPN el ayuntamiento de Pamplona.

A partir de ahí declaraciones, enfrentamientos, cabreo límite de la derecha tanto navarra como nacional que continúa hasta el día de hoy.

Viene a mi memoria la historia de cómo fui expulsado del PSN-PSOE en 2010 por defender durante años lo que ese día acababan de hacer.

Esa medida disciplinaria extrema se tomó, según consta en su sumario, por supuestamente haber dedicado el cohete de mi pueblo, Villava-Atarrabia, a su máximo dirigente, Arnaldo Otegi.

Falso. No dediqué el cohete a Otegi tal como demostré con multitud de pruebas de vídeo y audio, simplemente la noche anterior reflexioné sobre en quién pensaría a la hora de lanzarlo y una de las personas que cité fue precisamente a él junto a otros como Odón Elorza, Montse Tura ,del PSC; Tomás Gómez, por entonces líder del PSM, o Patxi Zabaleta, que había tenido la valentía de romper sus amarras formando el grupo Aralar.

Argumenté en un escrito lanzado a los medios de comunicación la noche anterior, que lo hacía por su trabajo en el seno de esa izquierda abertzale en transformación, especialmente a través de la alternativa Bateragune, dirigiéndoles hacia una posición democrática por la que ahora transitan.

Paradojas del destino, conozco ahora que quien ha llevado las negociaciones para ese cambio en Pamplona, junto a Ramón Alzórriz, ha sido Miren Zabaleta, precisamente otra de las impulsoras de Bateragune junto a Otegi. O sea que parece que en aquel 2010 tenía razón al señalar lo que señalé.

Probablemente no fui expulsado en aquella ocasión por algo que bien sabían no hice, ya que presenté todo tipo de pruebas, lo fui por defender durante años, especialmente desde el fin de la violencia de ETA, abrir vías de comunicación y acuerdo con ese mundo. Por esa misma razón me impliqué a fondo en intentar evitar lo que se llamó el agostazo de 2007.

O quizás por ser durante años el Pepito grillo que aludía a la conciencia de izquierdas del partido, o la lamentable guerra sucia del GAL, y tenía la osadía de decirlo incluso en el comité federal frente al mismo Felipe González que me taladraba con su mirada.

Viví en minoría y a menudo en soledad la defensa de esa acción política, entendiendo que era mucho más lo que nos unía en lo ideológico, dejando aparte lo que nos separaba en lo identitario.

Siempre he considerado que la diferencia realmente profunda que existe en la praxis política es entre la derecha y la izquierda, más aún en el polarizado tiempo actual.

Ahora de pronto me encuentro rodeado de compañeras y compañeros que parece piensan como yo pensaba en aquel 2010. Bienvenidos al club, ya no me siento tan solo.

A veces es terrible ir por detrás de la historia, aunque también puede ser nefasto como en mi caso ir por delante.

Escucho a compañeros socialistas como Ramón Alzórriz, María Chivite, como antes a Santos Cerdán y se me abren las carnes recordando sus posiciones cuando se confrontaban conmigo en un pasado no demasiado lejano.

Buscando lo positivo de lo sucedido prefiero quedarme sólo con que su caída del caballo como San Pablo, les sitúa ahora junto a mí, que llevaba demasiados años esperándoles.

Bienvenidos compañeros y compañeras, me hace muy feliz veros aquí, solo espero que, como en mi caso, lo hagáis por motivos estratégicos y no sólo meramente tácticos. Sería deprimente.

Para ello lo ocurrido en Pamplona debe tener su continuidad en la misma línea en pueblos como Barañáin, Estella y Egüés, lugares en los que UPN obtuvo la alcaldía estando en minoría. No se entendería que a iguales circunstancias existan diferentes resultados.

Comienza un nuevo tiempo que, quizás, como decía el ahora desnortado Alfonso Guerra, puede llevar a una España que no la conozca ni la madre que la parió.

Ahora eso, quizás después Euskadi (gobierno Bildu-PSE), Catalunya (gobierno PSC-ERC-Comunes) y en 2024 referéndums de acuerdo con la Constitución y su artículo 92 que, sorprendentemente, ahora señala incluso la Junts de Puigdemont.

Creo que si se tuviera la valentía de hacer en primavera los ganaríamos de manera amplia quienes apostamos por una España unida, por un estado federal plurinacional, una nación de naciones, y dejaríamos el tema zanjado al menos por unos años.

Aunque no lo parezca, el 28-D ha comenzado un nuevo tiempo, una nueva etapa en Pamplona, en Navarra, y probablemente en España.

La pregunta que surge es si ese cambio que acaba de llegar al PSN-PSOE será sólo para este caso o más profundo y de más largo alcance, incluso si contagiará al PSOE de manera definitiva.

Después, y para constatarlo, solo quedará que me devuelvan mi carnet injustamente arrebatado, que en los últimos años he vuelto a solicitar hasta en cinco ocasiones con silencio por respuesta, por cierto después de unos años de militancia en el PSC que sí fue capaz de aceptarme.

Ahora algunos abren la puerta para irse porque nunca han estado en esa posición y hay medios de comunicación que les dan páginas y páginas. ¿Deberían mantenerla abierta para quienes siempre defendimos esta línea y darnos el mismo tratamiento?

Veremos...

El autor es exparlamentario y concejal del PSN-PSOE