Lo que van a leer a continuación es el EDITORIAL del número 236 de Cuadernos de Pedagogía. Les ruego que escuchen lo que leen. Gracias.

“Las grandes alternativas por una escuela pública de calidad que, hace dos décadas, encarnaban el cambio democrático en la escuela, se han debilitado en el proceso de realización. Es cierto que algunas de esas aspiraciones de fondo – reconocimiento de la especificidad de la Escuela Infantil, ampliación de la escolaridad obligatoria, atención a nuevos contenidos, comprensividad, etc.- se han incorporado al quehacer educativo. Pero también lo es que otras han quedado por el camino, se han desvirtuado o han aparecido problemas inesperados. Soñar suele ser menos costoso que hacer, aunque para hacer sean imprescindibles los sueños. Nos parece que hoy buena parte de los docentes se debate entre el deseo de cambio y el desconcierto, entre el compromiso y la apatía. Y va ganando terreno el cansancio, la frustración personal y colectiva. Algo no funciona, a pesar de la inmensa capacidad de compromiso de algunos y de la predisposición a la innovación de muchos. Toda reforma es un molino que viene a agitar el aire de la escuela y los hábitos de sus usuarios. Pasado algún tiempo, les queda a algunos la nostalgia de lo que se pudo hacer y a otros la convicción de lo alcanzado. Muchos también se sienten quemados por la intensidad del esfuerzo y del entusiasmo invertido durante años. Cada uno cuenta de la feria según le fue en ella. Pero parece que el desánimo es hoy un sentimiento fácil de detectar entre el profesorado, especialmente el que ya lleva algunos años en danza.

Este estrés del colectivo tiene obviamente una parte negativa; se puede traducir fácilmente en actitudes abandonistas, en pretexto para el inmovilismo y la acomodación. Pero la misma sensación de cansancio está también en el origen de otra actitud que se nos antoja más positiva y constructiva: volver al aula. En efecto, son muchos los profesionales de la enseñanza mareados por los cambios semánticos y por la multiplicación de los expertos teóricos; defraudados por la retórica oficial y la ignorancia de sus condiciones reales de trabajo; desgastados por el desasosiego y la incertidumbre. Pero son también numerosos los que deciden seguir haciendo lo mejor posible su trabajo… de puertas adentro. En el aula, calladamente, se esfuerzan por ser unos buenos profesionales, atentos al alumnado que, también día a día, se sienta ante ellos, les mira y espera. Volver al aula puede ser, si no se hace de ésta feudo o búnker, una buena manera de recuperar las alternativas. Pero reconvertidas ahora en alternativas modestas y asequibles, pequeños grandes cambios que se concretan en lo inmediato, en el fértil microcosmos que es un aula y sus habitantes. Y la renovación en el aula se conectará con la del centro escolar y con el entorno. Los cambios estructurales son importantes, pero sin el día a día no son más que hielo bajo el sol”

Sí. Publicado en mayo de 1995. ¿Les parece actual?

Como documento imprescindible lo tuve durante 18 años, hasta mi jubilación. Sigue presente en papel en mi estantería de siempre. Ya han pasado casi 29 años y me parecía una obligación facilitárselo a ustedes. No haré más comentarios.

A los parlamentarios de Navarra, con el debido respeto, les pido un esfuerzo para redactar una Ley Foral de Educación que sirva para todos y para tiempo. El sistema educativo navarro, siendo bueno, presenta un amplio margen de mejora . Especialmente se debe buscar la eficiencia de las inversiones realizadas, que son de las más altas del Estado español.

*El autor es profesor jubilado