“La memoria intenta preservar el pasado solo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de las personas y no para el sometimiento.” Jaques la Golf.

Estos días leo en la prensa que Vox y el PP intentan por la vía de urgencia derogar la Ley de Memoria Democrática en las comunidades autónomas gobernadas por ellos. En Aragón ya la han derogado. Las siguientes serán la Comunitat Valenciana y Castilla-León. Quieren eliminar del mapa las fosas, sustituir la Ley de Memoria Democrática por la ley de concordia en un intento burdo no solo de blanquear el franquismo, sino, según dicen ellos, de no convertir a la ciudadanía española entre buenos y malos. Vox, con el beneplácito del PP, argumenta que no deja de ser una herramienta política de agitación social, que fue diseñada para enfrentar a los españoles en el siglo XXI. Quieren borrar la Historia. ¿Quién nos asegura que, en este intento de blanquear la dictadura, no van a intentar en las comunidades gobernadas por ellos que desaparezcan los memoriales erigidos como recuerdo y reconocimiento a los republicanos asesinados?

Para Franco la Historia fue un recurso ideológico para legitimar una realidad que estaba prohibido cuestionarla. Y es lo que a día de hoy quiere legitimar Vox con la colaboración del PP.

La democracia en este país no ha hecho todo lo que debería haber hecho; queda mucho todavía. Con miles de muertos en las fosas, miles de asesinatos sin juzgar, exhumaciones sin subvencionar, sin una reparación plena y efectiva a las víctimas.

No hay que olvidar. Tenemos que garantizar que la verdad, la justicia, la reparación y la certeza de no repetición es el único objetivo de nuestra memoria colectiva. Hemos de preservar el pasado para que la Historia ni se malinterprete, ni se manipule, ni se olvide. Si se olvida desaparece. No debemos subordinar el presente al pasado. No hay que sacralizar el pasado. La Historia es en sí misma. No puede ocultarse.

Hoy es muy importante crear las condiciones para que se desarrolle un debate en el seno de la sociedad sobre las causas, las responsabilidades directas o indirectas, y las consecuencias de los crímenes y la violencia del pasado. Ello nos va a permitir ir más allá de los relatos totalmente distintos y no reconocidos sobre lo sucedido, y así poner coto al extenso abanico de las mentiras permitidas.

Ya sabemos que hoy, en el siglo XXI, el relato de las personas historiadoras, de los libros, del profesorado… sigue siendo muy dispar. Desconozco cómo se imparte esta época de la historia en las aulas; en secundaria, o en las universidades. Quiero creer que será con rigor. Ha de continuar el esfuerzo para recordar y transmitir historias y tradiciones a las personas más jóvenes, manteniéndolas en su forma precisa y rigurosa, pero al mismo tiempo, viva.

Nuestros abuelos ya han muerto y nuestros padres ya quedan pocos. Vamos contra reloj. Una de las herramientas muy importantes, para mí, en la investigación de la Memoria, se nos ha ido; me refiero al relato. Trabajar con los relatos en primera persona ha sido muy importante. Es cierto que el relato es un componente cargado de subjetividad, pero te abre caminos que nunca vas a encontrar en los libros de Historia.

Tenemos la suerte de tener en Navarra un puñado de hombres y mujeres que han dedicado parte de su vida a escribir nuestra historia con rigor. No los nombro por no dejar a nadie. A todas esas personas gracias de corazón. Sabéis mejor que nadie que si la historia se olvida, desaparece. Tampoco puedo olvidar el trabajo del Fondo Documental de la Memoria Histórica en Navarra (UPNA) ni del Instituto Navarro de la Memoria, ni de las Asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica.

Y ya para finalizar, otro tema de candente actualidad en nuestra comunidad. ¿Qué hacemos con el monumento a los Caídos? Llevamos desde 2017 planteándonos el tema, y a día de hoy seguimos igual. Soy consciente que aquí hay división de opiniones entre la ciudadanía. En mi opinión, no hay que reinterpretar o resignificar. No hay que preservar del pasado símbolos que ensalcen la imagen del fascismo. La simbología es muy importante. Si lo reinterpretamos o resignificamos siempre recordará lo que sus autores pretendieron con su construcción: la cruz y el fusil como alternativa a la libertad. Su imagen y lo que representa es patético. Ya dije en su día que algo estamos haciendo rematadamente mal para que después de tantos años de la muerte del dictador, y con la Ley de Memoria Democrática en vigor, todavía haya monumentos de exaltación al fascismo en pie.

Mola y sus huestes fueron los primeros en levantarse en armas contra la República. Tenemos la oportunidad de destruir su buque insignia en Navarra. Mi voto será demolición.

El autor es socio de AFFNA 36