Escribo esta carta ahora que ya han pasado unos cuantos meses, transcurridos desde que se produjeron cambios profundos, y, creo, trascendentales en mi vida y en mi entorno, tanto personal como profesional. Con sinceridad, nunca creí posible poder vivir, sentir y desarrollar lo que ahora estoy viviendo. Ahora que el tiempo transcurrido me permite ver con cierta distancia lo ocurrido en los últimos tres años, sirvan estas líneas como muestra de agradecimiento para todas las personas que me han acompañado, ayudado y animado en este proceso.

Todo este tiempo, y también ahora que todo se ve con más calma y cierta tranquilidad, he sentido una intensa mezcla de emociones: desde el optimismo a la inquietud, pasando por la impotencia y una gran tristeza en ocasiones.

Al principio todo eran emociones intensas, montañas rusas, mucha ilusión por cambios sucesivos, rápidos y sin tiempo a pensarlo demasiado y, al mismo tiempo, una gran sensación de inseguridad (que siempre me ha acompañado y sospecho que me acompañará) por no estar seguro ni hacia dónde iba ni si estaba preparado para lo que venía.

Conforme iban pasando los días, los meses, fui conociendo personas maravillosas, cariñosas, divertidas, animosas, siempre dispuestas a ayudar; todos los cambios, todas las adaptaciones a una nueva vida, a una nueva casa, a nuevas personas, a un nuevo trabajo que estaba por desarrollar, se fueron sucediendo de forma simultánea. Imbuido en el día a día, tratando de afrontar todo, no podía pensar en nada más que en la rueda diaria: vivir el día a día, seguir avanzando, sin demasiado tiempo para hacer lo que a mí más me gusta: reflexionar y pensar en el porqué de las cosas: porqué hacemos lo que hacemos, porqué decimos lo que decimos y cómo lo decimos, cómo nos sentimos y cómo lo expresamos (o no), simplemente cada día hay demasiadas tareas, demasiadas actividades pendientes y no dedicamos el tiempo suficiente a pararnos a pensar. Ese es el motivo de esta carta.

Esta carta es mi manera de agradecer la compañía, el cariño, la ayuda desinteresada de todos mis compañeras y compañeros de trabajo, un trabajo en ocasiones estresante, a veces ingrato porque no ves los resultados del esfuerzo, pero que me ha permitido desarrollar algunas capacidades que no creía tener, gratificante cuando alguien te agradece la labor y cuando ves las sonrisas de personas que lo tienen difícil y que tú has contribuido a ayudar; la de mis hermanos y hermanas, que, aunque no nos vemos tanto como quisiera, sé que siempre están ahí para lo que necesite; la de los amigos y amigas que me han acompañado desde hace muchos años y han estado en todos los momentos importantes de mi vida, sigo contando con vosotros y vosotras.

Sin embargo, guardo mi más profundo agradecimiento para Bea, para Álex y también para Samuel, ellos han contribuido a que mi vida ahora sea mucho más entretenida y divertida (aunque parezca que a veces me va a dar un infarto), pero es Sonia, compañera de vida y amiga, quien ha logrado que crea en mí, que crea que es posible vivir de otra forma, con más risa, más vivo. Su entusiasmo contagioso, sus supuestas locuras (que en realidad no tienen nada de ello), su cariño, su inteligencia, su disposición y entrega siempre a los demás olvidando sus propias necesidades(excepto la siesta), el amor incondicional a quienes quiere, hacen que para mí se haya convertido en el pilar en el que sostenerme cuando las fuerzas y, sobre todo la cabeza, dicen que ya no puedes más.

Gracias a todos. Una persona como yo, que nació demasiado pronto, que pesaba demasiado poco, y que aprendió algunas cosas demasiado tarde, nunca hubiese tenido la maravillosa vida que tengo ahora sin todos y cada uno de vosotros y vosotras y sin el sacrificio de quienes ya no están, pero que, estoy seguro, mirarán con una sonrisa orgullosa dónde hemos llegado y a quienes me acompañan.