Estoy hasta el gorro de la matraca de estos jarrones chinos que debieran estar, no de adorno, sino retirados de sus peanas y olvidados en algún rincón polvoriento.

Me refiero a la x, el cepillador del estatut, el de la patada en la puerta y unas cuantas momias más que renunciaron hace ya años a su condición de socialistas, pero se resisten a renunciar al poder fáctico que son dentro de la organización.

A estos resabiados hay quien los considera los artífices de la transición, cuando su función en la misma fue implantar en España aspectos políticos que ya llevaban años en nuestro entorno y no tenían que hacer más que copiar y pegar.

Después del Gobierno de Suárez, que con todos sus defectos interpretó con claridad lo que significaba la transición, llegaron los Isidoro Bois con las ideas muy claras sobre la incorporación en la política de:

corrupción económica, Filesa, Malesa, Time Export, Juan Guerra, Roldán, Urralburu, fondos reservados, cuentas en suiza, etcétera.

Creación y mantenimiento del terrorismo de estado con cargo a los fondos corruptos, por lo que Barrionuevo (ministro), Vera (director general), Álvarez, Planchuelo, San Cristóbal, (director general), García Damborenea, (secretario general del PSE) Galindo, (coronel de la Guardia Civil) y unos cuantos angelitos más fueron condenados por terrorismo de estado.

Claro que, como en la canción de Víctor Jara, llegó el comandante y mandó a parar. Por lo visto sabía a quién parar, porque yo, que recuerde, no recibí llamada alguna.

Podría seguir con un montón de despropósitos más de este personaje, pero lo que siempre deberá llevar en su conciencia es la enorme decepción que supuso para millones de españoles, su actuación como jefe de un gobierno destinado a consolidar una transición completa y que acabó reculando ante los de siempre, hasta el punto que en determinados ambientes se acuñó la frase de que “contra Franco se vivía mejor”.

En aquellos años se popularizó el chiste de que en un viaje de un ministro de González a su homónimo alemán, este tenía un casoplón. Al preguntarle el hispano cómo lo había conseguido, el alemán le señaló una autopista y le dijo. “Por eso”. Al año siguiente, en la devolución de la visita, resulta que el hispano tenía una casa mucho mejor y cuando el alemán le devolvió la pregunta este le señaló una inmensa ladera y cuando el alemán le dijo que allí no había ninguna autopista, contestó. “Por eso”.

Y ahora estas momias que están con el mono de micrófonos se les cae la baba cuando los voceros de la derecha mediática les ofrecen los suyos y no dudan en entrar al trapo para enfangar al PSOE, a Sánchez y últimamente también a Zapatero, posiblemente el presidente más honesto que ha tenido el gobierno español.

Esperemos que los militantes y votantes de PSOE sepan valorar las maniobras de estos quintacolumnistas y les manden al baúl de los recuerdos, haciendo buena la frase de Aznar:

“Váyase Sr. González”.