No quiero polemizar con Víctor Moreno Bayona, escritor e historiador al que leo, aprecio y admiro desde hace muchos años, pero sí que quiero dar respuesta a algunos de los interrogantes que plantea en su tribuna del pasado 27 de agosto sobre el paradero de dos villafranqueses asesinados en el verano de 1936, Miguel Cristóbal Arrondo y Felipe Fuertes Amigot. En su artículo plantea dudas razonables, por las fuentes y datos que maneja, sobre sí ambos fueron fusilados en Valcardera o no.
A raíz de nuestro libro Y el tiempo se detuvo sobre Natalio Cayuela, trabajé intensamente en estrecha colaboración con Ion Flamarique –y seguimos haciéndolo– sobre esa horrenda masacre en la que, entre otros, fue asesinado el presidente de Osasuna al que acabo de referirme. En ese trabajo colectivo defendimos que fueron 52, y no cualquier otra cifra, los presos de la cárcel de Pamplona que fueron fusilados en el corral de Valcardera. En la actualidad, después de la publicación de numerosos artículos y trabajos de investigación, testimonios de primera mano como los de Galo Vierge en su libro Los Culpables. Pamplona 1936 (Pamiela, 2006) y, sobre todo la carta que Honorino Arteta, el único superviviente de la tragedia, envió a la familia de Marino Húder (asesinado en Valcardera) en la que confirmaba el traslado de 52 presos en dos autobuses hasta las Bardenas, hizo que nos centrásemos en esa cifra exacta y que sigamos empeñados en tratar de reconstruir las biografías de todos ellos. Entre estos 52, los dos paisanos de Víctor Moreno.
En lo que se refiere al socialista Felipe Fuertes, Rojillo, señala que “ahora aparece en la lista de los asesinados en Valcardera el 23 de agosto de 1936. Cabe esa posibilidad, pero ¿hay documento que lo avale?”. Pues sí. Su expediente procesal –obtenido del Fondo Documental de la Memoria Histórica en Navarra–, señala que Felipe ingresó en la cárcel de Pamplona el 31 de julio de 1936, siendo entregado por la Guardia Civil en calidad de detenido y puesto a disposición de la autoridad militar. Asimismo, se indica su puesta en libertad el 23 de agosto de 1936, fecha de la matanza de Valcardera. No cabe duda de que Felipe Fuertes estuvo allí: en su expediente podemos ver estampada su huella dactilar.
En el caso de Miguel Cristóbal, Víctor Moreno cuenta que Antonio Arrondo, vecino de Villafranca, le refirió que Miguel consiguió huir en un primer momento de los falangistas que trataron de apresarlo, escondiéndose en el soto Ramal de Mina con un soriano huido de Funes. Tras varios días escondidos, decidieron entregarse, siendo degollados en una bodega propiedad de los Victoria y enterrados en los Costeros. A los años, Antonio Arrondo, en el transcurso de una operación de movimiento de tierras llevada a cabo durante la concentración parcelaria de la localidad ribera, encontró los restos de dos personas mal enterradas donde se suponía que habían sido depositados los cuerpos de Miguel Cristóbal y el soriano vecino de Funes. Los falangistas de Villafranca se habían estado jactando de su vil acción durante años, pero, aunque capaces de todo, es posible que no hubieran tenido las agallas suficientes para acuchillar a Miguel y a su compañero de fuga. A tenor de estas informaciones, Víctor Moreno duda de que fuera encarcelado en la prisión de la capital navarra (“¿Ingresó en la cárcel de Pamplona? Por los datos que tenemos, no”).
Sin embargo, sí que estuvo encerrado en el presidio pamplonés, tal y como se desprende de la lectura de su expediente procesal. El documento precisa que Miguel fue entregado por la Guardia Civil, procedente de la capital, el 31 de julio de 1936. Es más que probable que ingresara en prisión junto a su vecino, Felipe Fuertes. Además de datos personales como su lugar de nacimiento, edad, profesión (“labrador”), nombre de sus padres y otros, el expediente recoge también la fuerte impresión entintada de su pulgar derecho. Como Felipe Fuertes, Miguel fue “puesto en libertad” el 23 de agosto.
Por todo esto, como dice el título de este artículo, podemos afirmar que ambos fueron asesinados en Valcardera la tarde del 23 de agosto de 1936.
El autor es historiador