Es sabido que en estos momentos se está construyendo el Centro de Tratamiento de Residuos de la Comarca de Pamplona. Tras veinte años de proyectos fallidos, después de haberse resuelto todo tipo de cortapisas y tras llegar, incluso, a un acuerdo con las entidades locales afectadas, el horizonte queda despejado para avanzar hacia una gestión más eficaz y sostenible.

La construcción del centro está ya funcionando como fuerza dinamizadora que está contribuyendo ya, desde este momento, a reorganizar todo el ecosistema de residuos y prepararlo para los retos que se avecinan. Muchas veces se ha dicho que la Comarca de Pamplona es modélica en la recogida separada de residuos, y eso es cierto para los estándares del Estado. Pero siempre se ha contado con un comodín, ya que todo aquello que no se recoge separado se entierra en el vertedero de Góngora sin más tratamiento. Y eso son noventa mil toneladas al año o, dicho de otra manera: más de 40 camiones diarios.

Y eso se va a acabar. No solo porque los vertederos van a ser prohibidos en muy pocos años en toda la UE, sino porque absolutamente todos los residuos van a pasar por la nueva planta para su tratamiento, y eso exige que no lleguen de cualquier manera. Lo que hasta ahora más o menos simplemente se vuelca y se entierra, va a discurrir por un sinfín de dispositivos y –lo que es muy importante– por muchas personas que se van a encontrar directamente con lo que la ciudadanía arroje al contenedor. También debemos pensar en las condiciones de trabajo de estas personas y ser cuidadosos por ello.

Y, ¿cuál es, entonces, esta evolución que ya ha comenzado y en dos años nos situará en condiciones de liderazgo en la gestión de residuos urbanos? La Mancomunidad trabaja en tres líneas adaptadas a cada necesidad: zonas urbanas, zonas rurales y polígonos industriales.

En las zonas urbanas culminará la primavera que viene el despliegue de contenedores inteligentes. Su éxito en la separación es indudable y ha disparado la recogida de materia orgánica (restos de cocina), pero también la de materiales que pensábamos que poco podían mejorar ya (vidrio, papel y envases). Este sistema aún tiene mucho margen de mejora, no solo en la persecución del llamativo bolseo, sino sobre todo en recuperar más materia orgánica separada y reducir la presencia de residuos reciclables en los contenedores de fracción resto. Efectivamente, aún más de la mitad de los restos de cocina se mezclan en los hogares con otros residuos, contaminándolos.

En los polígonos industriales comenzamos hace unos días la prueba piloto en Landaben y en dos años las 4.000 empresas de la comarca seguirán el mismo camino. Los contenedores estarán dentro de las naves y se recogerán empresa por empresa. Cualquiera que haya pasado por un polígono puede observar que muchas veces el aspecto actual es deplorable, acumulándose palés, escombros y todo tipo de residuos en las islas de contenedores de sus calles, no siempre abandonados por las empresas. Recuerdo que estos residuos van a ir a un centro donde habrá personas trabajando para su recuperación.

Y, por último, las zonas rurales. Vivimos en una comarca muy fragmentada con 280 núcleos de población. Estamos intensificando la gestión kilómetro cero de la materia orgánica en las localidades pequeñas. Trituramos in situ los restos vegetales para que puedan ser utilizados en los mismos pueblos sin tener que llevar contenedores de poda semivacíos de aquí para allá. A la vez, seguimos potenciando el uso de compostadores privados y comunitarios (más de tres mil familias ya). La materia orgánica de los grandes pueblos de más allá de El Perdón ya se trata y composta allí mismo. La materia orgánica es oro y se debe de mover lo menos posible.

En fin, insisto, todo el material que la ciudadanía deposita en los contenedores será recuperado en función de cómo lo separemos en casa. Papeles y cartones por un lado, envases y vidrios por otro. La preciosa materia orgánica, los restos de cocina que constituyen casi la mitad del peso de la basura que sale de cada casa, la convertiremos en energía y compost. Y estamos trabajando ya de firme para una solución para esos materiales que quedarán tras haber exprimido lo que llega de domicilios, polígonos y pueblos. No podemos pensar ya en vertederos. Nuestros nietos no los van a conocer.

Pero para todo eso tenemos que acompañar el esfuerzo reorganizativo que se está haciendo, pensemos en el medio ambiente y también en las personas que están al pie del cañón separando y trabajando con nuestras bolsas de basura.

La mayor parte de la población está cooperando y se agradece, estamos reduciendo el impacto ambiental de los residuos. En realidad, si uno ve el mundo privilegiado en el que vivimos y las facilidades existentes, cuesta pensar en la resistencia a colaborar en la gestión de los residuos de casa como en algo más que en una rabieta de niño rico. Dejemos de buscar coartadas para eludir nuestra responsabilidad o para generar debates infundados, y trabajemos en la reducción, la reutilización, la separación y el depósito adecuado de los residuos. La Mancomunidad no escatimará recursos en poner los medios adecuados, pero éste es un reto colectivo y debemos apelar también al compromiso de la ciudadanía.

El autor es presidente de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona por Independientes y alcalde del valle de Ollo