El desastre está servido
Está de moda innovar con la repostería; variar con los bizcochos de frutas, verduras o cremas. Te metes entre fogones, con tu mandarra preferida y te pones a jugar a las cocinitas. Es increíble el resultado que puedes obtener. Los bizcochos necesitan un orden meticuloso, una exactitud en la medida de los ingredientes, un cuidado especial en el batir, mezclar o preparar el material. Si te saltas un paso, el desastre está servido. Te la puedes jugar, eso sí, a desobedecer la receta de especialistas y crear tu propio postre personal. Está bien experimentar en la materia, si ganas, bien. Si pierdes y el resultado es penoso o patético, bien también. Tranquilamente tiras a la basura los restos y vuelta a empezar. Solo recuerda, ponerte una mandarra no te convierte en cocinitas.
Lo mismo ocurre con la educación. Puedes seguir una receta especial elaborada con un orden meticuloso, una exactitud en la medida de los ingredientes, un cuidado especial en el preparar el material. O puedes desobedecer, crear tu propio postre personal y obtener un desastre como resultado. La gran diferencia, señores y señoras, es que no hay vuelta atrás. Que el desarrollo del alumnado no es una cuestión de ganar o perder. Que la enseñanza no es un simple batir y mezclar los ingredientes, que la infancia se merece más respeto, atención y dedicación y menos pruebas piloto para ver qué sale. Que si el resultado es penoso o patético ya no habrá segundas oportunidades para aquellos que lo hayan sufrido y será momento de lamentarlo.
Este curso 2024-2025 se han implantado 3 aulas de 2 años en colegios públicos de Navarra y, sin haber realizado una evaluación de las mismas, ya se está valorando la posibilidad de implantar nuevas aulas piloto, esta vez en CP Alaitz y CP Ezkaba (Barañáin y Antsoain respectivamente). Dichas aulas forman parte de un colegio de infantil y primaria (3-12 años) aunque sus educadoras no son parte del profesorado y los menores de 2 años no interactúan ni socializan con ninguna otra persona del centro. Durante las 7 horas de permanencia en el aula, estos/as txikis de 2 años no pueden hacer uso de ninguna instalación del centro como psicomotricidad, aula sensorial, comedor o biblioteca por no cumplir la normativa de la etapa 0-3. Estas criaturas juegan, duermen, comen, cagan, corren y conviven en una sola clase, con lo que esa limitación de espacio supone para cualquier persona.
Las familias de Antsoain y Barañáin afectadas y sensibilizadas con el tema mostramos un rotundo rechazo a la apertura de estas aulas en colegios de infantil y primaria por no respetar la necesidades de estos/as menores, afectar a la calidad de la enseñanza y perjudicar a toda la comunidad educativa (alumnado, profesorado, familias y otras trabajadoras). Reivindicamos la calidad del ciclo 0-3 y responsabilizamos al Departamento de Educación de no asumir las competencias al respecto para la universalización del ciclo en su totalidad. Exigimos centros educativos acordes a las etapas educativas, sin ruptura de las edades en perjuicio de los txikis y sus educadoras, las gran olvidadas que con la creación de aulas de 2 años en colegios confirman una necesidad inmediata de mejorar sus condiciones laborales.
Las familias calificamos de desastre esta propuesta. Propuesta que ya ha perdido la coletilla de “educativa” puesto que lejos de mejorar la enseñanza, consiste en mezclar los ingredientes que disponen a mano para experimentar con el resultado.
A todas las personas implicadas en esta decisión; recordad, poneos una bata no os convierte en pedagogos y el desastre está servido.
Las autoras escriben en representación de las familias afectadas de Barañáin y Antsoain