El escritor danés Hans Christian Andersen escribió el famoso cuento que se conoce como El Rey desnudo, aunque su denominación inicial era El traje nuevo del Emperador. Todas y todos decían que el nuevo traje era muy bonito hasta que un niño empezó a gritar que no existía tal traje y que el emperador estaba desnudo.
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El discurso de toma de posesión de Donald Trump contiene no solo sugerencias de crímenes de lesa humanidad como es la de sacar de sus tierras a las palestinas y palestinos, sino también verdaderas salvajadas y por supuesto ataques a la convivencia y a la dignidad humana como son sus menciones de Groenlandia, Canadá, Canal de Panamá, etcétera. Pero sobre todo Trump estaba desnudo porque en ningún momento fue capaz de mencionar los derechos humanos, ni se acordó de los millones de pobres de la humanidad de los que muchos están la propia Norteamérica. El eslogan de America great no se acuerda de que de los 340 millones de norteamericanos hay más de cien millones que no tienen acceso real y verdadero a los servicios y medios sanitarios. Trump no se acuerda ni de sus propios pobres.
Sin embargo, el mayor escándalo es que las reacciones a las propuestas de Trump obedecen más al miedo y a las obsesiones que al planteamiento de unas alternativas firmes; es decir, son cobardes. A la derecha, y sobre todo a la extrema derecha, hay que hacerle frente sobre todo con argumentos y con ideología. Es más efectivo ponerlos en ridículo y es además lo que merecen y lo que más daño les hace. Donald Trump, con sus cambios de aranceles, no solo está haciendo el ridículo, sino que a la larga va a perjudicar más que a nadie a los propios productores y sobre todo consumidores norteamericanos. Trump no solo se ha olvidado de los más de cien millones de pobres norteamericanos, sino que está empobreciéndolos más aún y lo mismo está efectuando con los doscientos millones de estadounidenses que son la clase media. Por eso está desnudo.
Las propuestas militares de Trump se asientan en el trípode del aumento del gasto militar, anulación de la estrategia-OTAN y entendimiento bilateral con Rusia. La reacción europea es incoherente e injustificada. La propuesta de gastar las enormes cantidades de dinero en seguridad o defensa (tanto monta monta tanto) se basan íntegramente en una falsedad. La falsedad consiste en apartar a un lado la supremacía del riesgo nuclear. Los ejércitos y las guerras actuales solo sirven en el supuesto del acatamiento de la disuasión nuclear. Por ejemplo, hace más de cincuenta años que el general Díez Alegría, uno de los últimos jefes de estado mayor del franquismo, escribió un libro titulado Ejercito y Sociedad que llegaba ya entonces a la clarísima conclusión de que lo único que podía hacer un ejército como los actuales ejércitos de los estados europeos en caso de guerra nuclear es disolverse y desaparecer. Todo el gasto militar que se pretende justificar se basa en la falsedad de ocultar el riesgo nuclear. Igual que la criminal y terrible guerra de Ucrania se basa también en la misma falsedad; es decir, en la simulación de la inexistencia o de la no utilización de las armas nucleares. Sin embargo, las llaves de dicha utilización se hallan en manos de personajes tan desequilibrados como los actuales máximos mandatarios del mundo. El verdadero pacifismo exige constatar y confirmar que todas las inversiones en defensa y en armamento se basan en la falsedad de que la eufemísticamente llamada “disuasión nuclear” es algo que se puede sostener y argumentar. En frase que se atribuye a Albert Einstein, si hubiese una guerra nuclear, la siguiente tendría que ser a palos o a pedradas. Lo cierto es que esa frase de Einstein no deja de ser optimista ya que la humanidad, igual que la prehistórica estirpe de los macro dinosaurios, ahora podría ser exterminada no solo por un meteorito o accidente cósmico, sino también por la lenta explosión del desequilibrio medioambiental y/o por la instantánea explosión del arsenal nuclear puesto en manos de los desequilibrados mandatarios políticos actuales.
La guerra, otro negocio para Trump
¿Cuál es pues la justificación y el sentido de que USA exija mayor gasto militar? Se trata simplemente de la ejecución del proyecto del imperio. Trump quiere que se le compren más armas no-nucleares guardándose él la llave de la disuasión nuclear, es decir, de modo que no sirvan más que contra terceros en la ficción de guerras sin utilización nuclear. La debilidad de Europa no es solo que haya quedado relegada a un segundo término, sino que no ha sido capaz de proponer ni formular ni una sola propuesta diplomática y de negociación para solucionar su propia guerra, que ahora es la de Ucrania. El ejemplo de esta incapacidad lo marca Josep Borrell, que durante sus cinco años de mandatario de Exteriores de la Unión Europea –cesó en diciembre de 2024–, no ha sido capaz de proponer nada que no fuese dar más armas a Zelenski o proponer ineficaces castigos económicos a Putin. Borrell está aquejado de un síndrome psicológico de anti-autodeterminación, el cual le impide reconocer que la autodeterminación es un derecho democrático de los pueblos y en base al cual ha de construirse la relación entre las naciones y la propia Unión Europea. Europa debería haber indagado en el acuerdo social de la autodeterminación para formular propuestas, lo que el ultramontano Borrell y sus compinches, que aún no han reconocido a Kosovo, son incapaces de abordar.
Los cuatro territorios del Hegoalde de Euskal Herria –Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa– votaron por mayoría No a la OTAN en aquel histórico referéndum convocado por el chaqueta vuelta de X González. Aquella decisión debiera ser tenida en cuenta con respeto por quienes dicen defender el derecho a decidir, máxime teniendo en cuenta que actualmente el propio modelo de la OTAN ha quedado ya obsoleto por la decisión y actitud de Trump. Ahora se plantea un mayor gasto militar, pero no se dice que ese gasto debe ser por debajo y supeditado al poder de la disuasión nuclear que sigue comandada por el desnudo Trump.
Dentro de menos de dos años Trump será un pato cojo, que así se les llama a los presidentes de USA que no pueden repetir mandato, y quizá haya perdido la mayoría de una de las cámaras, el Congreso, tal como le sucedió en la primera legislatura. Los más de cien millones de tercermundistas de USA y los más de doscientos millones de las clases medias se habrán empobrecido y solo los muy-muy ricos podrán gritar lo de great America. Trump seguirá amenazando contradictoria y ridículamente con los aranceles, pero seguirá estando desnudo de democracia y derechos humanos, sobre todo con el lumpen proletariado de los inmigrantes, con las víctimas del genocidio palestino y de otros genocidios en los que está siendo cómplice.
*El autor es abogado