No, pero muchas veces lo parece. Por definición, y simplificando, el feminismo propugna la igualdad entre mujeres y hombres, es decir, iguales derechos e iguales responsabilidades. El feminismo rechaza los privilegios de los hombres, no para quedárselos ellas, sino para compartirlos entre ambas partes, de esa manera desaparece como privilegio. El feminismo está en contra de la violencia machista y pone en valor la diversidad sexual y cultural.
Durante generaciones los hombres han sido educados en un ambiente machista y heteropratriarcal. Lo que se les inculcó de pequeños y adolescentes fue el ejemplo de sus padres, hombres en su mayoría dominantes salvo maravillosas excepciones, que se deslomaban trabajando para traer dinero a casa, pero que en esa casa no hacían nada. Sus mujeres, las madres, lo hacían todo, igualmente se deslomaban para sacar la familia adelante y conseguir que en la medida que pudieran, estudiaran. Esas mujeres, en sus casas, eran las sirvientas de todos, eran las responsables del hogar, la mayoría no podían hacer nada fuera de ese hogar sin la aprobación de su hombre.
Fueron las hermanas y parejas las que les hicieron reaccionar. Ellas empezaron a exigirles sus obligaciones. Las hermanas no se callaban, se enfrentaron al padre, a la madre y hasta a la abuela si vivía en casa, para exigir que hicieran, para que ellas no fueran sus sirvientas. Así mismo, fueron sus compañeras las que les pusieron firmes, las que o entraban a una relación de igualdad y respeto mutuo, o la relación se rompía. La mujer compañera también trabajaba fuera y tenían que organizarse en casa, empezaron a pasar de ayudar a compartir, de recoger los platos a limpiarlos, de jugar con los hijos e hijas un momento a cuidarlos y responsabilizarse de su crianza, de decir lo que falta para comprar a ir a comprar, etcétera. Crearon unas relaciones de respeto mutuo y amor.
Más tarde vinieron las lecturas, las charlas, los cursos, los debates, se empezó a escuchar otras voces, otras corrientes, otras miradas de la vida. El feminismo se hizo patente y potente en el sentir del nuevo hombre. Un hombre que asumió una nueva manera de entender su masculinidad. Así, muchos hombres, cada vez más, han hecho suyos estos principios y valores feministas y los han incorporado a su día a día.
Ha costado mucho, y sigue costando todavía pulir ciertas conductas y micromachismos. Todavía se sigue lastrando comportamientos que hasta las hijas les llaman ahora la atención. Todo este recorrido, todo este aprendizaje, evolución y transformación personal ha sido intenso, emocionante y maravilloso. Son diferentes a sus padres y se sienten orgullosos de serlo y de poder convivir con compañeras de verdad que lo son todo. Esta forma de entender las relaciones de pareja se ha trasladado al resto de las relaciones de su vida cotidiana.
Muchos hombres han abrazado la lucha feminista porque han entendido que precisamente lo que se les ha pedido a ellos es lo que hay que pedir a todos los demás. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se nota cómo este tipo de hombres y sus compañeras se están distanciando del feminismo, aunque punto por punto se identifican con él. Se les oye decir que no son feministas cuando lo son, pero no quieren que se les identifique o vincule con dicho movimiento. ¿Por qué?
En un artículo de Josetxu Riviera Aranda, especialista en Masculinidades y género, en la revista Berrituz, titulado Hombres y feminismo: ¿una brecha creciente? achaca a varios enfoques que algunas corrientes feministas han adoptado en los últimos años a la hora de dirigir sus mensajes a los hombres. Y uno de los mensajes ha sido tan demoledor como “los hombres son violadores en potencia”. En palabras de Josetxu: “Es decir, se mantiene que la posibilidad de cometer una violación es inherente a todos los hombres”. Y señala que esto tiene dos consecuencias, “homogeniza a los hombres como si fueran un bloque monolítico, ignorando la diversidad de formas de vivir, identificarse y expresar las masculinidades”, y por otro lado “estigmatiza a los hombres y dificulta que se involucren en la lucha por la igualdad y contra la violencia machista”. ¿Cómo vas a involucrarte si te están viendo como un posible violador? Para estas corrientes feministas a los hombres se les ve solo como problema, es una visión de un feminismo acusador. Otro de los problemas para que los hombres se integren en el movimiento feminista es que estas corrientes quieren tan solo a los hombres “como aliados externos al feminismo, y por lo tanto nuestro lugar está fuera”. Un feminismo que no les quiere en sus filas.
Nombra en el mismo artículo a bell hooks (ella escribía su nombre con minúsculas), escritora y activista social feminista estadounidense, quien señala “que la errónea noción del movimiento feminista como movimiento antihombres conllevaba también la equivocada asunción de que los espacios conformados exclusivamente por mujeres serían necesariamente entornos libres de patriarcado y pensamiento sexista”. El movimiento feminista se equivoca si lo plantean como una lucha solo de mujeres, excluyendo a los hombres. Hombres que, por otro lado, conviven con muchas de ellas de igual a igual.
La unión hace la fuerza, y en estos tiempos donde se cuestionan valores básicos e importantes como tener una sociedad más justa e igualitaria para todos y todas, no incorporar a los hombres feministas a la lucha es fomentar una división que puede llegar a que tanto esfuerzo haya sido en balde, porque la extrema derecha viene pegando fuerte y reniega de toda conquista social.
Las nuevas generaciones de hombres han interiorizado el pensar feminista y entienden las relaciones en el mismo plano de igualdad. Sabemos que el efecto contagio existe para bien y para mal. Usémoslo en nuestro favor y hagamos que el ejemplo de muchos hombres anime cada día más a alinearse con el feminismo. Porque si el feminismo no sabe distinguir entre hombres machistas y hombres feministas, tiene un grave problema y mal va. Así, nunca podrá incorporar a una parte importante de la mitad de la población en su justa lucha: porque el feminismo es cosa de todas, todes y todos.