En los últimos tiempos, sobre la fiscalidad navarra se están vertiendo muchas opiniones. Y, aunque algunas responden a una continua campaña de desprestigio impulsada desde la derecha política, económica y mediática –una campaña cargada de bulos cuyo único propósito es desgastar al Gobierno–, los datos objetivos desmienten rotundamente ese discurso. Porque, mientras se insiste en dibujar una imagen catastrófica, las evaluaciones de organismos externos a nuestra comunidad avalan con claridad la buena salud de la economía navarra. Y los resultados son, sencillamente, incontestables.
El Banco de España confirmaba recientemente que Navarra ha reducido su deuda en 900 millones en tan solo cuatro años. De hecho, con un 10,3% y 2.745,5 millones de euros, somos la comunidad autónoma con la ratio deuda/PIB más baja de todo el país. Además, Navarra es una de las dos únicas regiones en Europa que mantiene el nivel máximo de solvencia económica, según Standard & Poor’s, agencia que señala que la economía navarra es más rica y competitiva que la del resto de España, y con mejor salud en las finanzas públicas. Por su parte, el Colegio General de Economistas de España sitúa a Navarra, una vez más, a la cabeza en competitividad.
Estos datos no son casuales. Responden a la estrategia de una política económica coherente, basada en la responsabilidad fiscal, la justicia social y una gestión rigurosa. Porque el crecimiento económico, por sí solo, no basta si no va acompañado de una mejora de nuestro estado de bienestar, de una mayor cohesión social, del fortalecimiento de nuestros servicios públicos o de la capacidad de hacer frente a determinadas contingencias sobrevenidas.
¿Significa esto que no existen problemas? En absoluto. Por citar algunos ejemplos, hay empresas en situaciones extremadamente delicadas, personas viviendo bajo el umbral de la pobreza y un desempleo que, aunque es el más bajo del país, sigue siendo una de nuestras principales preocupaciones. También hay retos importantes en listas de espera sanitarias y en la atención a la dependencia, que requieren respuestas firmes y sostenidas en el tiempo.
Pero Navarra también tiene una auténtica fortaleza. Una fortaleza conseguida, precisamente, con lo que tanto se critica y se cuestiona: un sistema fiscal propio que permite aplicar una política fiscal que dota a Navarra de los recursos suficientes para afrontar los desafíos que plantea un mundo globalizado, desafíos llenos de incertidumbre y decisiones capaces de cambiar el panorama económico mundial de la noche a la mañana.
Y sabemos por experiencia lo importante que es estar preparados. La pandemia o la crisis energética provocada por la invasión de Ucrania son dos ejemplos recientes. En ambos casos, el Gobierno de María Chivite desplegó, en una situación de extrema complejidad, un amplio paquete de medidas urgentes y extraordinarias para proteger a personas, empresas y empleos. Navarra fue, de hecho, la comunidad que más líneas de ayuda destinó a los sectores más afectados.
Hoy, una nueva amenaza se perfila en el horizonte: la deriva ultraderechista e impredecible de Trump y sus efectos en la economía global. Por eso es fundamental continuar por la senda de la responsabilidad. Solo así podremos mantener el margen de actuación necesario para responder, como ya lo hicimos, a situaciones excepcionales.
Desde el Partido Socialista de Navarra defendemos este modelo de suficiencia financiera. No creemos en las supuestas recetas mágicas de las bajadas generalizadas de impuestos. Son falsas soluciones que solo conducen a una menor recaudación, al debilitamiento del Estado del bienestar –lo cual supondría la ruina para la clase trabajadora– y a una mayor dependencia de la deuda. Y la deuda, no lo olvidemos, la pagamos entre todos y todas.
También es rotundamente falso que el Gobierno de María Chivite haya convertido Navarra en un “infierno fiscal”. Es cierto que se ha incrementado la presión sobre los patrimonios de más de 11 millones de euros –una medida de justicia fiscal–, del mismo modo que también lo es que se ha aliviado la carga tributaria de las rentas medias trabajadoras, que son las que más nos ocupan y las que más debemos proteger.
En definitiva, debemos seguir apostando por la prudencia, el rigor y la responsabilidad fiscal. Porque es esta política económica la que permite a Navarra seguir creciendo, proteger su tejido productivo y garantizar los servicios públicos que sostienen nuestro modelo de convivencia. No hay otra vía más sólida ni más justa para encarar los retos del presente y del futuro.
La autora es parlamentaria foral y portavoz del PSN-PSOE en Economía y Hacienda