Hace unos días, la noticia del cambio de nombre de tres calles de Pamplona levantó un cierto revuelo. Uno de los nombres a cambiar correspondía a Víctor Eusa, afamado matón tras el golpe de estado de 1936. Sí, matón; firmaba, ordenaba, elaboraba listas de personas a liquidar.

Otro de los nombres propuestos para ser retirado era el de General Los Arcos. Por una equivocación o precipitación a la hora de verificar a quién correspondía el nombre, el Departamento de Memoria y Convivencia, a través de su dirección general y del Instituto Navarro de la Memoria, en aplicación de la legislación de memoria de Navarra, trasladó erróneamente al Ayuntamiento de Pamplona que debía eliminar su nombre de una calle. El ayuntamiento, dando por válida la comunicación y sin indagar en sus archivos, comunicó públicamente que así lo haría y sería sustituido por el nombre de Paquita Bretos. Se verifica que se ha producido un error entre dos generales con apellido Los Arcos y Antonio Los Arcos mantendrá su nombre.

¿Qué ocurre ahora con el nombre de Paquita Bretos Andueza que se anunció como sustituto? Esta mujer colocó en 2020 la primera piedra en la reconstrucción del refugio de Belagua que lleva el nombre de Ángel Olorón, su difunto esposo, como reconocimiento a su trayectoria deportiva. Los dos eran miembros del Club Deportivo Navarra. Fue una de las pioneras del alpinismo en Navarra y en todo el País Vasco. Una de las primeras federadas femeninas de la Federación Vasca. Desde hace pocos días, el refugio de Belagua pasa a denominarse Paquita Bretos-Ángel Olorón.

Paquita había trabajado como contrabandista y guardia de fronteras. Se consideraba comunista, antifranquista, atea y anticlerical; y sufrió la brutal represión del franquismo. Junto con su madre, sufrió el bombardeo de Gernika, poco después, su madre, Bibiana Andueza, profesora de Pamplona, fue encarcelada en Donostia. Su padre, el comunista José Bretos, acabó en un campo de concentración en Burgos desde donde fue trasladado a Trujillo. Aquí fue fusilado el 27 de diciembre de 1937. Tras la reagrupación familiar en Pamplona, en plena guerra y con el miedo llamando a la puerta cada día, participa –con tan solo catorce años– en las redes de evasión navarras que armaron rutas clandestinas de resistencia y evasión frente al fascismo a ambos lados de los Pirineos. Falleció a los 96 años en agosto de 2024, poco después de hacerlo Josefina Lamberto, con la que tenía relación de amistad.

Paquita, por un error de formas, no se puede quedar sin que una calle de Pamplona lleve su nombre. El Ayuntamiento de Pamplona, sin esperar a informes y cambios en el censo de simbología franquista a retirar que elabora el Instituto Navarro de la Memoria, puede suprimir inmediatamente el nombre de Premín de Iruña de un paseo de la ciudad. ¿Es necesario que a estas alturas el ayuntamiento necesite la garantía de un informe? ¿No hay argumentos suficientes para hacerlo de propia iniciativa? Premín de Iruña es seudónimo de Ignacio Baleztena. Punto.

Y que este paseo pase a llamarse Paquita Bretos Andueza.

El autor es activista de la Memoria