El pasado 16 de diciembre informaron por carta a la plantilla, así como a los Gobiernos español y de Navarra, “el proceso de cierre de la planta de fabricación de frigoríficos y lavavajillas compactos de Esquíroz” en el plazo de seis meses. Se argumenta que “la producción de electrodomésticos en la planta de BSH en Esquíroz ha dejado de ser competitiva”.

A lo largo de estos seis meses ha habido innumerables reuniones. El 10 de enero se mantuvo una reunión en Madrid, con asistencia del Ministerio y Gobierno de Navarra, en la cual se acordó crear un grupo de trabajo. En el seno de este grupo de trabajo se ha avanzado en la búsqueda de posibles inversores que pudieran dar continuidad al futuro de la planta y a sus 655 trabajadores/as. Desde el mes de febrero desde las instituciones se ha solicitado más tiempo, puesto que un proceso de esta naturaleza conlleva más tiempo antes de que pueda culminarse. La petición era y sigue siendo razonable. Si bien el argumento esgrimido en la carta de 16 de diciembre era pérdida de competitividad, las cuentas anuales de la empresa no constatan en ningún caso que la planta arrastre pérdidas contables. El 9 de mayo los Gobiernos español y de Navarra, encabezados por el ministro, señor Jordi Hereu, convoca una reunión en Barcelona, a la que acuden de nuevo los representantes de BSH, en la cual se vuelve a solicitar más flexibilidad y tiempo, puesto que existen posibles inversores de sectores como automoción, renovables o defensa, que han mostrado interés. Todo ha sido en vano, y la dirección de BSH ha hecho oídos sordos a las peticiones de las administraciones públicas.

El 9 de junio se nos convoca a una videoconferencia en la cual se nos informa, tanto al Ministerio de Industria como al Gobierno de Navarra, que la decisión sigue siendo cerrar la planta, una vez transcurridos los seis meses que exige la normativa laboral. Las administraciones insistimos una vez más en solicitar flexibilidad, entendemos y transmitimos que es un error adoptar el cierre, puesto que afecta inevitablemente a la búsqueda de posibles inversores. Negociar una inversión a la vez que se negocia el despido colectivo va a resultar extremadamente complicado, si bien, desde las administraciones no cejaremos en nuestro empeño.

Por otro lado, la dirección de BSH menciona en la carta de 16 de diciembre que “somos conscientes de nuestra responsabilidad social y reconocemos tu dedicación y profesionalidad y la de todas las personas de Esquíroz a lo largo de los años”. La propia compañía señala en su página web que:

• “Las personas son el centro de todo lo que hacemos. Por eso buscamos crear una cultura corporativa en la que todos los empleados se sientan valorados”.

• “Nuestros empleados son nuestro mayor activo”, continúa y que “el liderazgo también significa escuchar”.

• “Comunicamos los asuntos importantes de la empresa de manera oportuna y abierta. Esta es la mejor base para una relación basada en la confianza”.

El código de conducta de BSH también menciona que “la reputación de nuestra empresa y nuestras marcas –tanto propias como licenciadas–, así como la reputación de nuestra empresa matriz Robert Bosch GmbH, depende en gran medida de nuestra imagen, nuestras acciones y nuestro comportamiento. Un comportamiento no conforme puede causar graves perjuicios a BSH y a los empleados implicados”.

En el borrador de Ley Foral de Industria que estamos trabajando en Navarra, incluimos un título sobre los valores empresariales y nos comprometemos a elaborar un plan integral que dé impulso a la implementación de la responsabilidad social empresarial (RSE) y los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en las empresas. Desde esta perspectiva es fundamental que las empresas actúen con transparencia, equidad y respeto. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) establece normas internacionales sobre despidos, particularmente en el Convenio 158 sobre la terminación de la relación de trabajo. La ISO 26000, que es la guía internacional sobre responsabilidad social que establece principios para que las organizaciones actúen de manera ética y sostenible, establece comunicar con transparencia las razones de los despidos y minimizar el impacto social, ofreciendo apoyo para la reinserción laboral. El centro de todo son las personas.

Todo lo mencionado anteriormente tiene un elemento común: la dignidad de la persona trabajadora. Personas que han formado parte de la familia de BSH por décadas han sido despedidas por carta. Una sola carta. Una vez transcurridos los seis meses, marcados por la normativa laboral, la comunicación definitiva del cierre y despido colectivo ha sido transmitida por videoconferencia, tanto a las administraciones como a los trabajadores/as. A nuestro entender, esta falta de humanidad atenta contra los principios mínimos de la ética empresarial. Navarra somos una comunidad industrial, donde apoyamos y hacemos crecer nuestras empresas, porque creemos en el emprendimiento, en el esfuerzo colectivo y en el compromiso. La plantilla de BSH es ejemplo de ello: altamente cualificada, con una experiencia media de 25 años, galardonada con diferentes premios hasta el año 2023, ha desarrollado tecnologías pioneras como las bombas de calor y mejorado la eficiencia energética de productos con recursos propios … ¿este equipo se merece un despido colectivo anunciado por carta y videoconferencia? No puedo compartir este comportamiento.

Nos gustaría saber si la reputación de la marca y su actual dirección siguen alineados con aquella frase que dejó como legado su propio fundador, Robert Bosch: “Siempre he actuado según el principio de que prefiero perder dinero que la confianza. La integridad de mis promesas, la fe en el valor de mis productos y en mi palabra de honor siempre han tenido para mí una prioridad mayor que las ganancias transitorias”. La dirección de la empresa sigue estando a tiempo de rectificar.

El autor es consejero de Industria y de Transición Ecológica y Digital Empresarial del Gobierno de Navarra