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BSH y la situación actual de la industria navarra

BSH y la situación actual de la industria navarraIñaki Porto

Ultimamente leo con estupor algunas opiniones publicadas en prensa acerca de los males que aquejan a la industria navarra en los últimos tiempos. Y digo con estupor porque, al margen del sesgo ideológico que lógicamente denota toda opinión, me ha sorprendido la simpleza de algunas reflexiones que reflejan una relativa flojera en el análisis de las complejas circunstancias que rodean a alguno de los cierres de empresas anunciados. Me refiero concretamente al caso de BSH. Una deslocalización de manual. Intentaré un ligero análisis de las causas y consecuencias de este caso.

La factoría de BSH-Esquíroz fabrica dos productos: frigoríficos combinados y lavavajillas compactos. El mercado objetivo del frigorífico es mayoritariamente el mercado español, mientras que el lavavajillas compacto está orientado en su mayor parte al mercado chino.

La ausencia de aranceles por parte de Bruselas a productos manufacturados procedentes de China ha favorecido en los últimos años un desembarco masivo de marcas asiáticas que han inundado el mercado europeo, tanto en la automoción como en componentes y productos tecnológicos y otros bienes de consumo (automóviles, telefonía, electrodomésticos...).

Para cualquier empresa europea, competir en igualdad de condiciones con la industria china es complicado. Si por algo se caracteriza Europa es por una intrincada regulación interna a la que se someten todas las empresas tradicionales que operan en el territorio comunitario. Sin embargo, desde la irrupción del ecommerce o comercio electrónico a través de Internet, muchas leyes de la normativa europea tradicional han quedado desfasadas o su aplicación supone más un problema para las empresas europeas que una traba para quienes exportan a Europa.

Por otra parte, el ciclo económico mundial se encuentra actualmente en fase de recesión. Incluso el mercado estadounidense ha cerrado sus puertas y se ha blindado de manera proteccionista iniciando una guerra arancelaria de consecuencias aún impredecibles.

En este contexto de contracción económica mundial, resulta obvio que las empresas vean mermados sus beneficios. Las multinacionales, por su propia naturaleza transnacional, sufren esta caída de ganancias en múltiples frentes.

Una vez esbozado con trazo grueso este escenario global, veamos ahora el caso particular de BSH.

El caso particular de BSH

BSH es filial del Grupo Bosch, que es la matriz. En el informe económico del año 2024, Bosch reconoce que la evolución del mercado le ha afectado negativamente. Aún así, ingresó por ventas 90.500 millones de euros, con un margen EBIT operativo del 3,5 por ciento. En los tres últimos ejercicios, su filial BSH facturó en 2022 unos 15.900 millones de euros, en 2023 unos 14.800 millones de euros y en 2024 unos ingresos facturados de unos 15.300 millones de euros.

Con estos datos, bien es cierto que en los últimos años ha ido perdiendo cuota de mercado, tanto en España como en el resto del mundo. La irrupción de competidores asiáticos más baratos y la política del grupo BSH de enfocarse en productos de alto valor añadido (eufemismo de mayor precio) tiene bastante culpa en este retroceso.

Especialmente si entendemos el siguiente dato: BSH tiene varias plantas productivas en Europa dedicadas a la fabricación de frigoríficos, Giengen en Alemania para modelos integrados, Wroclaw en Polonia, Çerkezköy en Turquía y Esquíroz. Los modelos adjudicados a Esquíroz por la central alemana son frigoríficos de alto valor añadido (como hemos dicho, de mayor precio) cuyo nicho de mercado es cada vez menor como consecuencia de las sucesivas crisis económicas y de la irrupción de los competidores asiáticos y las gamas blancas. Pero también es una plataforma obsoleta que no ha sufrido ninguna renovación en la última década, a diferencia de las otras plantas que sí han visto renovados sus productos. Imaginemos este mismo ejemplo en la automoción y entenderemos el problema de no actualizar los productos respecto a las necesidades del mercado.

Eso explica en parte la pérdida de competitividad de la planta: si tu producto es caro y no se vende bien en época de crisis o recesión, no puedes pretender competir con productos más económicos que sí se venden precisamente por el factor precio.

El único argumento esgrimido por la multinacional alemana para sustentar el cierre de Esquíroz es la pérdida de competitividad. Hay que señalar que la factoría de Esquíroz es la planta de BSH España con un menor índice de absentismo (alrededor del 5%; VW Navarra, por ejemplo, ronda el 10%). Además, según el último informe sobre competitividad del Instituto de Estudios Económicos, España (en general como país, no me refiero a BSH), se encuentra por delante de Turquía y a la par de Polonia en cuanto a competitividad.

Con los datos en la mano, esta pérdida de competitividad que argumenta la empresa BSH para cerrar la planta de Esquíroz no se debe ni al absentismo laboral ni al factor técnico-humano (se han automatizado numerosos procesos aumentando la productividad de la factoría). La falta de competitividad se debe al producto. Un producto que adjudica la central del grupo en Alemania a las distintas ubicaciones. Un producto obsoleto, como hemos visto antes, adjudicado por la central.

Otros datos

Otro dato a tener en cuenta es que en los últimos años el trasiego de miembros de comité de gerencia de BSH ha sido abrumador, señal inequívoca de que no hay un rumbo claro que guíe las decisiones empresariales de la multinacional.

En 2024, BSH abrió una factoría en Monterrey (México) con el objetivo de acceder al atractivo mercado norteamericano. Las políticas proteccionistas de Donald Trump y la incipiente guerra arancelaria no parecen buenas noticias para los intereses de la multinacional alemana.

En 2025 el grupo bávaro acaba de inaugurar una fábrica de cocción en El Cairo (Egipto), con el fin de ingresar en el mercado africano, teniendo la vista puesta en Arabia Saudí y los Emiratos Árabes como futuros mercados. El objetivo son los llamados mercados emergentes. BSH tiene en su agenda el objetivo de 20.000 millones de euros de facturación a nivel mundial en el 2030. En 2024, el grupo facturó 15.300 millones de euros. El 10% de esta facturación corresponde a BSH España.

La estrategia actual de BSH se basa en concentrar las producciones en modernas megafactorías con capacidad para fabricar millones de unidades. Lo cual conduce a dejar de invertir en centros como Esquíroz para redirigir las inversiones a otros mercados.

BSH tributa en Zaragoza

Leo también en prensa opiniones sin pudor sobre la competitividad en comparación con nuestros vecinos, con una estrechez de miras propia de enfocar las cosas desde una perspectiva excesivamente localista. El nivel de competitividad de la factoría de Esquíroz no se ha medido jamás con nuestro entorno inmediato. No lo establece ninguna institución, sino la propia compañía. Es la misma empresa quien decide con sus inversiones y sus producciones lo competitiva que puede ser una planta. La realidad de las multinacionales lleva a una competencia interna descarnada entre distintas ubicaciones del mismo grupo.

Sin embargo, todo depende de si asociamos competitividad a rentabilidad. En el análisis financiero, la rentabilidad se refleja en su EBIT, la herramienta de evaluación de la eficiencia operativa de una empresa. El margen EBIT supone los ingresos de una empresa tras pagar todos los costos operativos, excluyendo intereses e impuestos. En este punto resalto con énfasis de que se trata de los beneficios al margen de los impuestos que cada región imponga a las empresas.

De hecho, desde la última legislatura de Miguel Sanz (UPN), y con el actual director de operaciones de BSH España, Sr. José Juste Pallarés, como máximo responsable de la Asociación de Industria Navarra (AIN), el domicilio fiscal de BSH España pasó a Zaragoza, donde está ubicada la sede central en España y donde tributa todas las cargas impositivas obligatorias.

Como he mencionado anteriormente, en el caso del grupo Bosch este margen de rentabilidad se sitúa en el 3,5 por ciento. Simplificándolo mucho, es como obtener un beneficio de 3,5 céntimos por cada euro invertido. El grupo Bosch tiene como objetivo alcanzar un margen EBIT de al menos un 7 por ciento, con aspiraciones de llegar a resultados de dos cifras, por lo que no se puede considerar un buen resultado obtener un margen de beneficios de tan sólo un 3,5 por ciento. Ésta es la verdadera razón que subyace tras el argumento de la falta de competitividad. Lo que el grupo BSH persigue realmente es aumentar el margen de beneficios. Aunque sea a expensas de dejar sin trabajo a 655 familias porque lo que realmente importa son los resultados empresariales.

En este sentido, y como ya he recalcado, el margen de beneficios se calcula al margen de impuestos, descontando sólo los gastos operativos (mano de obra, materia prima, transporte de mercancías, energía, etcétera). Me pregunto entonces si realmente podemos comparar las condiciones industriales de Navarra con las de Polonia y Turquía que son, en definitiva, quienes se van a hacer cargo de las producciones que ya no se harán en Esquíroz. ¿Podemos competir en igualdad de condiciones con Polonia y Turquía? Ambas economías fuera del euro. ¿Podemos comparar la renta per cápita? ¿Los derechos civiles y laborales? ¿La inflación y el coste de la vida?

Lo cierto es que, si se permite desde las instituciones europeas estos movimientos especulativos de las multinacionales sin proteger el tejido laboral que sustenta a este tipo de empresas, podemos afirmar que la industria europea está en una profunda crisis de la que puede que salga herida de muerte. En el mantenimiento de los puestos de trabajo sin duda alguna hay que ser proteccionista. Y ya vamos tarde.

El autor es empleado de BSH desde hace 25 años